Este invierno me ha dado por llevar un abrigo distinto y que tuve mucho tiempo abandonado. Los abrigos que abandonas no se vengan como lo hacen los pantalones, que encogen y te obligan a ponerte a dieta. O como lo hacen las camisas, que pasan de moda, se hacen viejas a posta y ya no te las puedes poner sin dar explicaciones por tu estilo vintage. Un abrigo es otra cosa. A este abrigo lo llamo el abrigo de subsecretario pero en realidad podría ser de ministro. De subdelegado del Gobierno, incluso. Es largo, oscuro y calentito. De buen paño. Con muchos bolsillos interiores, lo cual me permite guardar incluso las intenciones. Me da porte. Para no parecer un señor muy mayor lo combino con unos vaqueros. Y voy a gusto en autobús, por la Gran Vía o en el metro o por Antón Martín o la Castellana o la calle Larios y el paseo marítimo con mi abrigo. No me falta la bufanda, prenda sobre la que hace tiempo quiero escribir una columna. O una greguería. Una como esa de Gómez de la Serna: las bufandas son para los que bufan de frío. O: hay perros con tanto frío que tienen por cola una bufanda. Parece que no, pero las bufandas abrigan mucho. Lo notas al quitártelas. Yo he descubierto tarde las bufandas. Las tenía por un mero complemento o adorno. La vida está llena de estos descubrimientos peregrinos o no tanto.

La bufanda que llevo este invierno que ya se va es negra y roja, como anarquista. Nadie me ha regalado una bufanda nunca. Con tanto quitar y poner temo dejarla olvidada en algún sitio y que acabe en el cuello de otro. Las bufandas son así de infieles. Las coges, te las anudas al cuello y en lugar de estrangularte si no eres su legítimo dueño van y te abrigan. Que gran promiscuidad trufada de sentido del deber tienen las bufandas. Escribir sobre ropa, ¿es estar a la moda? El abrigo sabe que pronto volverá al armario y tal vez dude acerca de si el próximo invierno lo volveré a elegir o retornaré a los chambergos, pellizas, cazadoras o americanas, que si bien abrigan menos son como más informales y juveniles. Decía Yves Saint Laurent que un buen diseño puede soportar la moda de diez años. Yo confío en mi abrigo para la próxima década. Incluso espero no haber pasado yo mismo de moda dentro de diez años.