Sorprende la foto del acto de presentación en la Opera de Damasco de la película Daesh, financiada y dirigida por el sirio Najdat Anzour, que trata sobre las monstruosidades del Estado Islámico, y en la que el propio Califa, finalmente derrotado en el filme, es objeto de burla y escarnio. Cuesta imaginar que en medio de la guerra siria continúe funcionando la Ópera de Damasco, que pueda haberse filmado in situ una película (con escenas rodadas, al parecer, a un centenar de metros del frente), que los actores accedan a representar a siniestros personajes que viven y matan todavía tan cerca, que un público sonriente haya asistido a la presentación y que, en fin, reine allí pese a todo un estado de ánimo que haga posibles tales cosas. Si esta no es una manifestación superior de la capacidad de supervivencia del espíritu humano, y del triunfo del cine, no se dónde deberíamos buscarla.