Pablo Iglesias y Pedro Sánchez aplazan su reunión para después de Semana Santa. Parece que está claro que el disfrutar de los tronos o las playas, las torrijas, el potaje de berza con garbanzo o dar collejitas a los sobrinos prima sobre la necesidad de formar Gobierno. Todo el mundo tiene derecho a descansar, el problema es que nuestros políticos llevan tres meses sin trabajar. Rajoy, en Doñana.

Iglesias y Sánchez anuncian como quien anuncia una cumbre de la ONU o la más alta ocasión que vieran los siglos, que hablarán por teléfono. Salvo a Telefónica, no sabemos a quién más le puede interesar o reportar beneficios esta llamada y conversación. Los Whatsapp son gratis. Lo que sí estaría bien es que llegaran o no a un acuerdo y saliéramos de la parálisis por voto afirmativo, negativo o abstención. Por combinación aritmética que diera lugar a Gobierno entre unos partidos u otros. Un filósofo dirimió la situación con tino ayer al cronista: «no caerá esa breva».

Se verán después de Semana Santa, Sánchez e Iglesias, lo cual no sabemos si significa semana de pasión para Albert Rivera, que queda colgado de la brocha y del cartapacio donde guarda el documento de fidelidad de Sánchez, que no sabemos si es papel mojado por esta lluvia a trasmano que nos ha traído el principio de la primavera. Ya amaina. Todo se para y huele a azahar y limón cascarúo, niño recién bañado para ponerse el capirote, incienso, floripondios y vacaciones. Una pelirroja de labios muy pintados lee un pregón en el iPhone.

La tele es ya sólo, además de la resaca del terror en Bruselas, estadísticas de gente en carretera, gente en trenes, gente en hoteles, gente en playa y gente en las procesiones. El AVE lleno y los chiringuitos patrios dispuestos a tener un veranazo de siete meses hasta noviembre. Paellas a miles y vengan boquerones. Por ahora, un prólogo del verano que nos llega demasiado pronto tal vez.

El dos de mayo es la fecha tope para disolver las Cortes. También es efeméride de hostiarse con los franceses. Iglesias y Sánchez han filtrado que no pueden verse estos días «por imposibilidad de coordinar agendas». Qué será eso tan importante que tienen que hacer para no hacer lo importante. Tal vez la gran ocupación de Sánchez sea no descuidar a Susana Díaz, que amaga bastantito con despedestarlo.

Al menos Mariano Rajoy, que va camino de pegarse cinco añazos de presidente, es claro y dice que tiene la agenda muy libre y se va a ese inmenso, bello e imponente coto y paraje natural andalucísimo donde da cosilla fumarse un puro, de lo puro que es el aire y el gusto que da respirar; Doñana, dulce far niente. Mientras, el gaviotaje busca playa y oleaje y el gorrión las migas. Entretanto, las garzas están en sus cositas y las avutardas se reproducen alegres y vivarachas. Desgobernadas.