Miércoles Santo en Málaga

He disfrutado despacio de este pasado Miércoles Santo durante 3 horas al atardecer. Y casi más que los procesionantes me han gustado los procesiomirantes. Estuve hasta en 8 pasos con sus cofrades, bandas, incienso. Y noté como desde los pasos se expandía una nube de sentimientos sublimes empapando a todos. Un placer.

Éramos casi sólo malagueños. Muy pocos turistas. Todos abarrotando las calles, amazacotados. Familias enteras. Mayores, niños y milagro muchísimos jóvenes de Málaga. Ellos esmeradamente repasados en la peluquería y ellas con el maquillaje en todo su esplendor. Me sorprendió verlos mirar los pasos con fijeza sin casi ninguna bulla.

Admiré sonrisas, amabilidad y sosiego en casi todos. Hasta en los niños. Recreados, me parecía, por tantos sentimientos de máxima humanidad, mientras muy pacientes esperaban los pasos. Mucha apretura y ni una mala cara.

¿Auténtica religiosidad? ¿Para qué meterme en juicios? Ya es un muy estimable logro malagueño llenar los recorridos con tanta paz, gozo y sentimientos fraternales.

Pablo Osés Azcona. Fuengirola