Pablo Iglesias dijo ayer que no quiere ser vicepresidente del Gobierno. ¡Albricias!.. Paren las rotativas. Alguien en este país que anuncia, no que quiere ser algo, si no que quiere no serlo. Iglesias, que como dijo Pedro Sánchez, él solito se nombró y él solito se destituyó, afirma estar dispuesto al sacrificio con tal de que haya gobierno de izquierdas o lo que se ha dado en llamar a la valenciana. Es la primera vez en este país que alguien es no vicepresidente in pectore. El líder de Podemos escenificó con Sánchez una llegada conjunta al Congreso estilo dos amigos que aunque no están de acuerdo en todo mantienen cierto compadreo como para quedar de cuando en cuando para ver una exposición de surrealismo danés o una muestra sobre la vigencia del arte plástico francés y su relación con el dadaísmo. Después del paseito, Iglesias regaló un libro de historia del baloncesto al líder de los socialistas, que jugó en el Estudiantes y que tal vez pilló la metáfora: el balón está en tu tejado. A un hombre que regala libros hay que tenerle cierta simpatía, si bien es probable que sea porque el presupuesto no le da ya para otro pack de series luego de haber regalado al Borbón Juego de Tronos. La historia del baloncesto está llena de rebotes y ocasiones perdidas, así como de finales de infarto o triples en el último segundo. Así puede verse la política española, donde no obstante no faltan los enanos mentales, cortoplacistas, insolidarios y poco dados a jugar en equipo, virtudes estas que descartan para el baloncesto pero también para la petanca, no así para el parchís, juego de lobos solitarios que sólo piensan en fastidiar, comiéndoselo, al adversario.

Los medios no han publicitado el nombre del autor del tal libro baloncestístico, restándole así una publicidad de la que sin duda no estará falto, siendo el basket minoritario en comparación con el balompié y siendo la venta de libros tan marginal. No digamos ya su lectura. Ya saben aquello de Azaña de que la mejor forma de guardar un secreto en España es publicarlo en un libro.

Albert Rivera, que ya ha dicho en más de una entrevista que le gustaría pero que no tiene mucho tiempo para leer, no quiere regalarle nada a Sánchez y mucho menos a Podemos, pero se abre paso la idea de que puede ser inevitable un acuerdo del cambio a tres: PSOE, Podemos y Ciudadanos, entren o no en el Gobierno todas estas fuerzas. Rajoy, que a decir de quienes lo conocen podría escribir un libro sobre la historia del ciclismo, otra cosa es que luego te lo regalara, manda a replicar a Sánchez e Iglesias a Rafael Hernando, que parece hombre al que más bien hay que regalarle una caja de almax. Ayer fugazmente en las imágenes del Telediario se le vio junto a Carlos Floriano, al que Rajoy destituyó y ordenó esconder. Total, para poner a niñatos y a uno que da peor en cámara. Ése y otros como él sí que tienen que tener un buen rebote.