Ciierto día, al sur de la isla de la Cartuja surgió un brote verde. Ante el asombro de todos los sevillanos la planta creció y creció hasta alcanzar las nubes. Todos recordaron entonces la historia de Juanito y las habichuelas mágicas, en la cual el niño protagonista cambia su vaca -la última pertenencia que le queda a la desdichada familia y que había de vender en el mercado- por las citadas semillas, ante el desconcierto de su madre, que enfadada acabó arrojándolas por la ventana. Sin embargo, las habichuelas crecieron desmesuradamente en una noche hasta perderse de vista en el cielo, tras lo cual Juanito trepó por ellas hasta hacerse con un tesoro oculto en las alturas; lo que vino a sanear las maltrechas arcas familiares. Pero lo que creció junto al Guadalquivir era más bien un cactus enorme llamado Torre Pelli, frente a la cual la otrora orgullosa Turris Fortissima de Hernán Ruiz, con su altanero giraldillo en la cumbre, languidece hoy empequeñecida hasta casi el ridículo. La vista desde la cornisa del Aljarafe no puede ser hoy más chocante.

En el morro de levante del puerto de Málaga van a plantar otra semilla híper-vitaminada, y en este caso tampoco sabemos de antemano qué especie nacerá de ella, si una habichuela mágica o un espinoso cactus.

Por ahora sólo sabemos su uso futuro: hotelero, existiendo al parecer la confianza de que, este sí, tendrá más éxito que los proyectados en Hoyo de Esparteros, en el solar del cine Andalucía, en el del demolido palacio de Solesio en calle Granada€

Ah, y también sabemos su altura, 150 metros. Que como todo parámetro no es mucho ni poco si no se pone en contexto. El monte Gibralfaro tiene 130 metros de altura.