Hace unas semanas empezó en TVE una serie sobre El Caso. Fue un semanario de sucesos. La serie está ambientada en los sesenta. Finales. El Caso llegaba el primero a todos los crímenes, publicaba fotos terribles de los muertos, vendía doscientos, trescientos y hasta cuatrocientos mil ejemplares. El franquismo se debatía entre censurarlo, que lo hacía, cerrarlo o permitirle su labor para distraer a la población de otras cuestiones. La prensa estaba amordazada y los sucesos eran un buen campo para contar algunas realidades que se daban en la sociedad y que el régimen quería ocultar. Fue una magnífica escuela de reporteros. Algunos, y la frase se hizo popular, lo llamaban periódico de porteras.

El crimen de Jarabo o el caso de la mano cortada o las peripecias de El Lute lo hicieron popularísimo. Emitieron un reportaje previo al primer capítulo en el que salían Cebrián, Ónega y Gabilondo, entre otros. Lo alababan. Remarcaban que era riguroso y que sus textos estaban bien escritos. Colijo que si eran historias noveladas y bien escritas pero en las que lo narrado era realidad con datos contrastados, es que eso era lo que se dio en llamar nuevo periodismo. Nuevo periodismo fetén. Como el de Capote con A sangre fría. En El Caso trabajó la mítica Margarita Landi, de la que proyectan imágenes en las que aparece fumando su pipa. Landi fue famosísima en su tiempo. Cuentan en el programa que en no pocas ocasiones la familia en la que se producía un crimen avisaba antes a El Caso que a la policía. Y que procuraban fotos a los reporteros del muerto, de la familia, de la casa... «Esto tiene que saberse», decían. La serie la protagoniza Fernando Guillén Cuervo, gran actor con el que tomé un par de copas hace siete o diez años en una fiesta del Festival de Cine Español de Málaga. Le hablé de su padre, por el que siente una admiración admirable. Escribo tal redundancia a posta. Creo que es la mejor manera de definir esa admiración.

Los sucesos siempre han sido periodismo en estado puro. Hay que ir al sitio. Hay que hablar con mucha gente. Utilizar muchas fuentes. Se puede novelar. Interesan mucho. Hace unos meses tuvimos en el café una leve discusión sobre las secciones de obituarios o necrológicas. Mi máxima aportación al debate fue apuntar que a la gente le interesa leer vidas. En la serie la gente fuma mucho y algunos idiotas en Twitter se quejan. Es como si se quejaran de que en una serie sobre los Neanderthales los protagonistas no llevaran zapatillas New Balance o no utilizaran tenedor. La serie combina escenas de la redacción con otras de la investigación de un crimen. Las series sobre periodistas siempre han funcionado muy bien. Y tienen la culpa de que las facultades estén llenas. A mí me gustaba ver Con ocho basta, que era una serie sobre una gran familia. El padre trabajaba en el Chicago Tribune. El periodismo asomaba de pasada. Pero salía. Ed Asner, que no sé si se escribe así, era el protagonista y salía siempre en una mesa con papeles y un lápiz; con las mangas remangadas y metiéndole prisa a alguien. El primer número de El Caso salió en mayo del 52. Cerró en el 97, aunque sus últimos años, en los que no dejó de tener público y vigor, perdió algo de punch. En sus finales se hacía desde Almería. Y seguía siendo rentable. Su último director fue el periodista almeriense José Manuel Bretones.