La última novedad de la carrera del millonario Donald Trump hacia la Casa Blanca es que su jefe de campaña ha sido denunciado por agredir a una periodista. Corey Lewandowski agarró por un brazo a la reportera Michelle Fields, de la publicación conservadora Breitbart, que se había acercado al candidato para hacerle una pregunta y le ocasionó presuntamente hematomas leves, cargos por los que deberá responder ante un juez. Una grabación mostrada por la policía recoge cómo el asesor empuja a la joven para apartarla de Trump, que se ha aprestado a reivindicar la inocencia de su empleado. Este se enfrenta a una pena que puede ir desde el pago de una multa de mil dólares a un año de cárcel porque hay países donde la integridad de una mujer no se toma a broma. Curiosamente los mismos países que tienen a un individuo como Trump a un tiro de piedra de la presidencia de la nación. El republicano dijo de su propia primogénita, que acaba de hacerle abuelo por tercera vez, «si Ivanka no fuera mi hija, quizá estaría saliendo con ella», de modo que con semejante talante lo menos que puede hacer, y así lo ha hecho, es contratar a un abogado pez gordo para defender a Lewandowski, el genio que le he mantenido a flote cuando todo en su esperpéntico proyecto ultraconservador, racista, megalómano, homófobo y populista apuntaba a naufragio seguro. Un equipazo. Todo es posible en América, que un negro sea presidente o que una mujer... ya veremos si Hillary Clinton logra convencer de que posee las virtudes del mando en femenino y no solo el pedigrí político. La escalada de Trump es ya una amenaza cierta, preparémonos para la tercera guerra mundial. George Bush dejó muy alto el listón de Ronald Reagan, pero lo de Trump será un auténtico desafío al espíritu democrático y a todas las diplomacias internacionales si logra su gran sueño.

Este tipo de señores risibles, que presumen de su zafiedad y falta de altura intelectual acaban convenciendo a las masas por puro hartazgo. El voto como arma arrojadiza. Asegura Barack Obama que Trump no le sucederá porque esto no es un reality de los que él frecuenta en las televisiones de su propiedad. No sé yo. Por estos pagos, lo vimos hace unas décadas con Jesús Gil, que tan pronto se compraba un equipo de fútbol como presentaba en Tele 5 el programa Las noches de tal y tal con un montón de chicas en bikini en una bañera de champán. Era un espanto de grosería e incultura, y acabó de alcalde de una ciudad importante como Marbella. Luego hemos conocido que la saqueó sin contemplaciones, con el respaldo de miles de ciudadanos que le adoraban y se mondaban de sus salidas de tono. En aquellos tiempos, la telebasura no tenía ni la mitad de predicamento y el impacto de los mensajes demagógicos no contaba con el amplificador de las redes sociales. Por eso da miedo el horizonte de una primera potencia con un estadista que promete construir un muro entre los Estados Unidos y México, porque a él como millonario del sector inmobiliario se le da muy bien construir cosas; que dice en referencia al Estado Islámico: «Me los cargaría a palos. Simplemente bombardearía a esos cabrones»; o que afirma que podría disparar a alguien en medio de la Quinta Avenida y no perder ningún votante. Un hombre que diserta durante minutos sobre su mata de pelo en pleno mitin y a la mentira la llama «hipérbole verdadera». Un político que se vanagloria de que si hay que pensar, mejor hacerlo a lo grande, merece que sus conciudadanos se lo piensen a lo grande antes de votarle. Por muy cabreados que estén con el sistema.