Ya es fastidioso para el cuerpo que te cierren un agradable restaurante. Lamentable para los recuerdos que chapen un buen bar; terrible para el espíritu que se traspase el sitio donde te has cortado el pelo toda la vida. Una tragedia es que tu dispensario de camisas de siempre lo ocupe un banco. Pero que muera una librería es un crimen colectivo del que son víctimas hasta gente que no lo sabe, que no tiene conciencia de ello. Esto no es una columna contra el progreso o los cambios y sí contra la crisis del sector libresco. Adiós a la malagueña librería Libritos. Después de 32 años abierta en la calle Granada (con un paréntesis por reforma de la zona de la Judería en que estuvo emplazada en Císter). Nos dice adiós un negocio de los de antes. De libreros profesionales, que no sólo realizan una transacción, sino que ponen al servicio del lector, incluso del cliente, su sapiencia y consejos. Paso casi a diario por Libritos y veo a los personajes de los cuentos y hasta casi los saludo. Se asomaban a la amplia cristalera como gritándole a uno que se los llevara. Pero en realidad el verdadero viaje era entrar y reunirse con ellos. Acariciar los lomos de los volúmenes, engolfarse en sus páginas, pensar cuál de esos libros haría pasar un gran rato, haría mejores personas, a nuestros hijos o sobrinos o vástagos de nuestros amigos. Pensando incluso que era medicinal para nosotros adquirir uno de esos volúmenes y sumergirnos en la fantasía de héroes, superhéroes o personajes varios. Un retorno a la niñez o adolescencia o, al menos, a cierta inocencia. Deseoso de que sus aventuras nos alejaran por un tiempo valioso de los afanes mundanos que creemos importantes, de las vilezas y envidias, mezquindades, mercantilismo y vanidades. Una de las peores experiencias de la cotidianeidad es tener que salirte de una librería para atender una obligación. Eso es porque no somos suficientemente maduros como para entender que entrar en una librería es ya una obligación importante que merece mucho tiempo. Cierra Libritos. Mucho bueno se muere cuando cae una librería.