En política es importante hacer lo que hay que hacer en el momento oportuno, y más importante es saber cuándo lo mejor es no hacer nada. Sin embargo, está al alcance de muy pocos el arte de cambiar las tornas del foco mediático y la inercia de las situaciones. En ese arte se está doctorando Elías Bendodo, presidente el Partido Popular en Málaga. Recientemente hemos tenido una huelga de la empresa que se encarga de la recogida de basuras en la ciudad, grave pues estábamos a las puertas de la Semana Santa y grave porque Málaga vive del turismo. Durante el principio de esa huelga el presidente del partido mayoritario en la ciudad no hizo ninguna declaración ni aparición. Es cierto que las competencias son del Ayuntamiento, pero en un sistema como el que tenemos, en el que los partidos tienen mucho que ver con lo que pasa en la vida de los ciudadanos, se me antojaba extraño que el presidente del PP malagueño se hubiera limitado a ponerse de perfil. Todo cambió coincidiendo con el homenaje que recibió el alcalde a las puertas del Ayuntamiento y la inercia viró y Bendodo hizo acto de aparición, que ya no terminaría ni solucionada la huelga, pues, tras ésta, incluso sacó los camiones de la Diputación a la calle y se trajo los de Valverde del Camino (recordemos que la número dos del PP andaluz es alcaldesa allí). Otro ejemplo de este truco de manos a lo Juan Tamariz ha sido el de esta semana con el Caminito del Rey: Ha conseguido que, de ser un fiasco que la joya de la corona de la Diputación esté un mes cerrada por un problema burocrático, parezca que hay una segunda fase que relanza el proyecto con la presentación del centro de visitantes. De nuevo, nada por aquí nada por allá, y le damos la vuelta a la tortilla. Si el alcalde es más de tener la posesión y marear al contrario con la pelota, Bendodo es un ariete del área chica y cuando menos te lo espera mete la puntera y le da la vuelta al partido a lo Gary Lineker. Dos artes diferentes, dos estilos de gobierno.