La lluvia ilusoria del comienzo de semana nos dejó una mirada húmeda tras acercarnos a una realidad alarmante por la carestía de lluvias, remolcada desde hace una terna de años en la provincia y consolidando la adversa sospecha del inicio de un ajado tiempo de sequía. El cómputo pluviométrico de los últimos períodos constata, sin reparo, la entrada de Málaga en un ciclo seco, como lo demuestra la caída de las reservas hídricas, rozando ya el 50%, situación que se ciñe más abrumadora ante un verano caluroso.

La sequía supone una anomalía transitoria más o menos prolongada. Su causa preliminar es la escasez de lluvia, sequía meteorológica, la cual dimana en la sequía hidrológica para abastecer la demanda existente. La clasificación de esta irregularidad continúa con la sequía socio económica. Todo ello me hace pensar en el agostamiento de los ciudadanos ante la sequía política: el 80% de los encuestados por el CIS opina que la situación gubernamental es «mala» o «muy mala», es decir, estamos de acuerdo con la aseveración de Platón: «Allí donde el mando es codiciado y disputado no puede haber buen gobierno ni reinará la concordia». La falta de dirección nos lleva a padecer una aridez permanente de principios entre sus señorías, vejando el interés general.

Curiosamente, hoy hace 73 años de la publicación de El Principito de Antoine de Saint-Exupéry, la obra infantil más madura para reconocer la naturaleza humana. Lamentablemente, el lunes, después de 32 años, cerró Libritos, donde ya no lo podremos adquirir. Librería emocional e iniciática donde miles de malagueños aprendieron el secreto de la literatura y a mirar al cielo, por la noche, buscando en cada una de las estrellas un libro. ¡Vosotros, Inma y Juan José, solo tuvisteis astros que supieron reír! Ante tanta sequedad, gracias por ese aluvión de sueños vertidos.