La paz de diseño

Es vergonzoso ser ajenos al sufrimiento de familias enteras de estos refugiados que quieren vivir dignamente sus vidas, sintiéndonos egoístamente interferidos por nuestro «mejor» estado de bienestar al que ellos deberían tener derecho, porque la guerra les obliga al exilio que cualquiera haría (incluidos nosotros), si queremos evitar engrosar las dantescas listas de cientos de miles de muertos, en los 5 años que dura el conflicto.

El tratado Schengen cuestionado, una UE con más de 700 burócratas funcionarios en su parlamento, cansinos y lentos en tomar decisiones, obsesionados por el costo económico que ello va a representar para ayudar a estos exiliados, son insensibles al asedio de su dirigente, el presidente Bashar al-Assad, que los confunde por enemigos terroristas a su régimen autoritario republicano, cuyo gas y petróleo son moneda de cambio con Rusia en armamento y ayuda militar, para masacrar con bombardeos a la población.

El éxodo de estas familias con sus hijos de corta edad también ocasiona muertos al intentar pasar ríos crecidos por las lluvias, o el mar hacia la costa a por ayuda, yendo de un lado a otro viviendo en cenagales con precarias tiendas de campaña, soportando vientos, humedades frío y hambrunas.

Los más de 7 millones de desplazados a otros países, incluidos los 2 millones largos de refugiados en Europa, ansían el definitivo asentamiento en el que se puedan ganar dignamente su sustento, pero la UE hacen que encallen en la frontera con Macedonia, acumulándose en Grecia y Turquía, por creerles ser un hipotético camuflaje del Islam.

Los 28 países de la Unión Europea no nos ponemos de acuerdo en lo más esencial: «los derechos humanos», y nos incomoda el problema de Siria y otros, sin acordarnos, sobre todo los españoles, que en nuestra última contienda fuimos atendidos por Francia, Méjico y otros países del mundo. Por ello, el Gobierno de España en principio se comprometía a acoger a 14.600 refugiados y la comunidad autónoma de Catalunya a 5.800, pero ahora Bruselas opta por «sobornar» a Turquía con 6.000 millones de euros, libre acceso por toda la UE y agilidad en su adhesión como socio, a cambio de controlar a los más de 2 millones de refugiados, que serán filtrados en evitación de posibles «no deseados».

En mi opinión, es un ridículo internacional sin precedentes, que la historia obligará a rendir cuentas a sus autores.

Ni los ejércitos europeos ni la OTAN somos capaces de cambiar el inhumano sistema sirio, y dejamos en manos del premio Nobel de la Paz, presidente de EEUU, Sr. Barack Obama, pactar un alto el fuego con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, en aras de buscar con el gobierno de Siria una solución política convocando unas supuestas elecciones democráticas, logrando un suave aparente repliegue militar.

Veremos hasta dónde llega su «interés» en salvar vidas sin volver a masacrarlas.

Luis Vinuesa Serrate. Málaga