Hubo ayer conferencia matinal en el hotel NH de José Bernal, alcalde de Marbella. Exitazo de público. Lo presentó Manuel Jiménez Barrios, vicepresidente de la Junta. En un momento de su intervención, Barrios dijo que la Junta apoya y apoyará a Marbella. Fue en ese momento cuando Francisco de la Torre puso cara de circunstancias. Más concretamente, de circunstancias adversas. Tal vez pensaría que ya quisiera para sí, para Málaga, ese apoyo. Claro que a lo mejor en lo que elucubraba en realidad es en lo incómodo que se hallaba. Lo habían sentado en la mesa de las vanidades, y allí estaban culiferros, apretujados, que no sabe uno ni cómo alcanzaban a la taza de café, unas dieciséis personas, siendo a ojo de buen cubero, un lugar donde estarían cómodos ocho o nueve. Hombro con hombro tenía a Adelaida de la Calle y a Sánchez Maldonado, consejeros. Paulino Plata sí entraba bien. De hecho, él se coloca bien para la foto hasta en lo alto de un alambre, dicho sea esto con afán puramente descriptivo, con un punto de envidia y vista la agilidad que gasta. Tendrían que verlo bajar escaleras. Se sentaban igualmente en esa mesa Ruiz Espejo, Conejo, Martín Palop, González de Lara, Heredia, María Gámez, Pérez Casero y otros prohombres y promujeres, no faltando un señor que, barrunta uno, quedó con las ganas de gritar ¡vivan los novios! Pero si la cara del regidor malagueño iba tornándose compungida queriendo ser hierática, fue a mucho peor cuando Jiménez Barrios habló -uno juraría que mirando al propio De la Torre- de que Bernal es un alcalde joven y pujante y con futuro. Objetivas palabras.

Podríamos bien imaginar que el veterano alcalde capitalino cayó entonces en cierta melancolía, no descartando que hiciera excursión a los lindes de la ira o rabia o simplemente, y nos compadecemos, cayera en la no agradable sensación que se siente cuando eres víctima de un puntapié en la bolsa escrotal, momento este propicio siempre para recordar el arameo, por ver de jurar en tan legendario idioma. Con todo, lo peor estaba por llegarle. Pesadilla. Va Bernal luego en su alocución y le cita a Pedro Aparicio. No descartamos aquí un episodio de hiperventilación. Como el gran impulsor de la Málaga moderna, como un alcalde queridísimo y que con su plan estratégico sentó las bases del desarrollo y la modernidad de Málaga. Y siguió Bernal: fue Aparicio un hombre que jamás buscó la confrontación y que no entendió nunca que eso fuese una forma de hacer política. No fue un buen rato para De la Torre, que como comentaba jocosamente a este cronista un asistente, no tiene precisamente entre sus hobbies favoritos elogiar la gestión o legado de Aparicio. Muy, muy poco queda para que supere a este en tiempo de permanencia en la alcaldía de Málaga. Batir esa marca siempre le ha preocupado a De la Torre. Ignoramos si habrá fastos en tan señalada efeméride o como dice algún dirigente del PP provincial, «una vez habiéndole dejado cumplir ese capricho» sea hora de iniciar (iniciar, no ejecutar ya) la operación relevo.