El presidente del comité de empresa de Limasa, Manuel Belmonte, ha dicho que le consta que partidos políticos han enchufado gente en la empresa. Y se ha liado parda. Casi todo lo que se desprende de Limasa es pardo. Las intenciones aváricas de los privados, la nefasta gestión municipal, la mugre que tienen no pocas calles de Málaga, los a veces incomprensibles radicalismos del propio comité. Los privilegios. La reacción de los diversos partidos ha sido muy diferente. El concejal del ramo, Raúl Jiménez, ha exigido la dimisión de Belmonte. No es de extrañar que la pidan: Jiménez, y no digamos Francisco de la Torre, han de soñar con quitar de enmedio a Belmonte. Cada vez que negocian con él se los mea. El alcalde ha dicho que para pronto habrá una solución de Limasa. Por ahora, esa solución está sólo en su cabeza, pero por si acaso cuela, que se vaya Belmonte. Piensan que muerto el líder se acabó la rabia. Va a ser que no. Que no va a dimitir, además. Ciudadanos va a llevar a fiscalía las declaraciones de Belmonte. Y eso que este partido es al que menos puede acusársele de nada. De puros nuevos en el escenario político no han enchufado a nadie en Limasa.

Enchufar. El exalcalde de Jerez, Pedro Pacheco, lleva un taco de tiempo en la cárcel por enchufar a dos en el Ayuntamiento. Años a la sombra. Se dice pronto. Sobre todo si se está al sol. Y estos días vuelve a estar de actualidad por sentarse de nuevo en el banquillo por un caso de similar jaez. Cárcel por enchufar, sí. Si hubieran ido al trullo todos los alcaldes que en España han enchufado (y presidentes de Mancomunidad o Diputación y ministros y concejales...) no quedaba ni una celda con overbooking en España. Pero aquí, en Málaga, se acusa alegremente de enchufismo. Como el que come paella un domingo. La comisión de investigación de Limasa va por los derroteros que esperábamos: echar mierda unos a otros es la actividad principal. Todo para concluir una obviedad: difícilmente puede empeorar el problema Limasa. Y que dignitos se ponen todos.