Cada vez que se enfrentan el Barcelona y el Real Madrid, en todo Bagdad «no se produce ningún bombardeo ni ataque». A menos de una semana para que comience el Festival de Cine de Málaga, el director noruego de origen iraquí Halkwat Mustafa presentaba ayer en el festival del barrio neoyorkino de TriBeCa su particular homenaje a la fuerza de la Liga BBVA en zonas de conflicto. En su flamante largometraje, titulado «El Clásico», narra la hazaña de dos hermanos con enanismo que sueñan con viajar a Madrid para conocer a Cristiano Ronaldo. Pero también retratra los 90 minutos de desconexión, de esperanza, que supone lo que a priori sólo es un encuentro de fútbol.

El deporte más global de cuantos conocemos, con sus más de 200 asociaciones nacionales unidas a al FIFA, lo mismo levanta pasiones que es capaz de amansar a las más feroces fieras. Que llegue a interrumpir una guerra del calibre de la que durante décadas sufre Irak es un ejemplo más que evidente de la fuerza que tiene.

En nuestro entorno más cercano, con audiencias millonarias, determinados eventos futbolísticos son capaces de dejar vacías calles y parques, de interrumpir las llamadas a los números de emergencias o de anular la actividad en los servicios de urgencias de hospitales o centros médicos. Son también 90 minutos de desconexión frente al bullicio casi permanente que ofrecen las grandes vías urbanas.

El lenguaje del balompié es universal. De uno a otro confín, aquel penalti no señalado o ese inexistente fuera de juego dan para días o días de debate. A menos que ocurra como esta semana. Que se suceden las jornadas en el mínimo plazo de tiempo posible. Porque no hemos digerido aún los resultados de ayer y mañana mismo arranca una nueva «fecha liguera».

No hemos terminado de asumir la derrota ante el Athletic de Bilbao en La Rosaleda, que deja definitivamente al Málaga CF en «tierra de nadie», y ya hay que pensar en el duelo de pasado mañana. Esta vez será contra el Rayo Vallecano, que tiene en sus filas a los axárquicos Raúl Baena y Javi Guerra, y de nuevo en el coliseo malaguista -aún de celebración por sus recién cumplidos 75 años de historia-.

La semana proporcionará un tercer partido del Málaga CF en sólo seis días, la visita del sábado al Calderón. También serán 90 minutos para la esperanza, la de poder ver más unida que nunca a toda la afición blanquiazul. Porque este fin de semana se celebrará en el nuevo Iberostar de Estepona (antes Hotel Playabella de la cadena Senator) el tercer encuentro anual de las peñas malaguistas y por primera vez se unirán Malaka Hinchas o Frente Bokerón.

Que en una misma mesa, justo antes del partido ante el Atlético, se sienten voces de dos de los colectivos que siguen fuera de la Federación de Peñas Malaguistas para hablar de la «mejor afición de España» es un logro de Peña Malaguista Conejito de Torrox «Duda 17», como organizadora. Pero también es consecuencia, por extensión, del éxito de todo el malaguismo. Porque la convivencia que toma el relevo a las dos ediciones anteriores en Torrox girará alrededor de la distinción que le ha otorgado a esta afición la Liga BBVA. La misma competición capaz de detener guerras hasta en Irak.