'El pre alzheimer del ministro y algo más', por José Tomás Cruz Varela

De raro, extraño e incongruente podrían ser tildados todos los sucesos acaecidos en torno a la dimisión del ya exministro de Industria José Manuel Soria, como igualmente cuesta trabajo asumir que a Rajoy le surjan tantos despropósitos por casualidad, siendo cada vez más numeroso el grupo de los que opinan que obedece a un erróneo proceso de gestión permisiva con respecto a ciertas irregularidades cometidas por miembros pertenecientes a su propio partido y a nivel del Gobierno central, autonómico y municipal. Hasta hace unos días, el presidente en funciones se sentía feliz al comprobar que su teoría sobre los silencios y dejar pasar el tiempo, una vez más, demostraban su eficacia, cuando prácticamente solo quedan dos semanas para la convocatoria de nuevas elecciones, dado que la posibilidad de formar gobierno a estas alturas es considerado una utopía por la gran mayoría de políticos y ciudadanos. Tras el última fracaso cosechado por el mendicante secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en su intento de ser investido presidente, el PP seguía sin sufrir el más mínimo desgaste según las encuestas para afrontar la próxima campaña electoral, que ya solo era cuestión de tiempo... Claro, que don Mariano no contaba con la sorpresa de que unos de sus ministros, concretamente el de Industria, propuesto y nombrado por él, apareciese en «los papeles de Panamá». Algo a lo que curiosamente el jefe del Ejecutivo dio la impresión de concederle mayor importancia (?). Posteriormente, tras la publicación de los documentos de la sociedad de Jersey con la firma del citado ministro, todo el apoyo al Sr. Soria se vino abajo. Episodio al que se aferraron todos los partidos de la oposición (PSOE, Podemos y Ciudadanos) para poner a parir la formación conservadora y sus dirigentes, y de paso, solicitando insistentemente la comparecencia de Rajoy en el Parlamento, alegando que las declaraciones y contradicciones del dimitido Soria son inadmisibles, amén de utilizarlo como plataforma para denunciar una vez más el elevado grado de corrupción existente en el PP, como la filtración sobre la multa de Hacienda al expresidente del Gobierno José María Aznar, y la detención del alcalde Granada (PP) por presuntos delitos de corrupción. Dando por hecho que el Sr. Soria no padece prealzheimer, ¿cómo es posible que tuviese tantas lagunas para no recordar detalles sobre la creación de empresas en el extranjero? Si todo era totalmente legal, como ha repetido en sus múltiples ocasiones, ¿a que viene dimitir? ¿Cómo se explica la torpeza del ministro facilitando explicaciones contradictorias de un día para otro? Hay quien opina que miembros del G-8 (Grupo del PP) y entre ellos la propia vicepresidenta del Gobierno, estaba detrás de los acontecimientos que precipitaron la renuncia del ministro, algunos medios de comunicación y empresas descontentas con su gestión... Desde hace cierto tiempo está proliferando en el seno del PP cierto deterioro y enrarecimiento en torno a las relaciones entre sus máximos responsables, perdiendo fluidez y tornándose incómodas. Lo que como siempre ocurre genera un clima de desconfianza con la consiguiente formación de colectivos discrepantes. Crecen las críticas y radio rumor comienza a difundir comentarios tales como: «nadie está al mando del timón, «el caos nos devora» y similares... Obviamente, el producirse incidentes tan traumáticos como la dimisión del ministro Soria coadyuva a que todo se vuelva más complejo, con el agravante de que en esta ocasión la citada dimisión y sus motivos están muy confusos. Los grupos enfrentados y liderados respectivamente por Soraya Sáenz de Santamaría y José María García-Margallo, poco a poco se han ido radicalizando desde el 20-D con la pérdida de la mayoría absoluta. La vicepresidenta es criticada por ambiciosa y absorbente al pretender controlarlo todo, incluidos medios de comunicación y especialmente las televisiones. Por su parte, el colectivo de García-Margallo ya constituye una facción muy sólida defendiendo criterios dispares. Lógicamente y sin entrar a quién le asista la razón, en sus discrepancias no conduce a nada bueno. Aunque los sondeos de opinión continúan destacando al PP como primer partido en intención de voto, quedan todavía 60 días hasta el 26 de junio, con una campaña muy dura y tiempo más que suficiente para que aparezcan nuevos casos de corrupción en el Partido Popular, lacra que los votantes más censuran y desprecian como se demostró en los pasados comicios del 20-D. Si esto ocurre y los responsables populares no son capaces de embridar su propia formación, las críticas y descalificaciones pueden originar un daño irreparable a la marca. Conviene que nadie olvide que las generales del 2011 no las ganó Rajoy, sino que descaradamente las perdieron los socialistas con el nefasto Rodríguez Zapatero (PSOE) a la cabeza. Mariano Rajoy es un veterano político pero jamás será un líder carismático. La imagen que ofrecen Rajoy y Sánchez, otorgando una vicepresidencia del Gobierno a condición de mantener el poder o acceder a él respectivamente, resulta indigna y como tal lo consideran los votantes de ambos partidos. Si el PP sigue deteriorándose, cabe la posibilidad de que resulte innecesaria la intervención de los líderes de la oposición para su caída aunque, hasta el momento, dichos políticos han demostrado de todo menos inteligencia y criterio para gobernar nuestro convulso país... ¡Tiempo al tiempo!