Una parada de metro con el nombre Pedro Aparicio. La ciudad de Málaga tiene una deuda con el que fuera alcalde entre el 79 y el 95; periodista, médico, profesor, eurodiputado. Y si no la tuviera, tiene el deber de recordarlo, como hacen las grandes (por generosas) ciudades con los buenos alcaldes, las folclóricas, los poetas de mérito, los ministros que diera la tierra, los destacados deportistas o los militares no tendentes al fusilamiento del discrepante, etc.

Ya que no tiene, ni va a tener, una calle o una avenida o una plaza o rotonda o un edificio con su nombre (tiene un sotanín en el teatro Cervantes llamado pomposamente ‘Centro Cultural’) podría tener una parada de metro. Próxima estación, Pedro Aparicio. Depende de la Junta. El pleno tendrá muchas más estaciones en los próximos tiempos.

Un hombre de carácter fue Aparicio. De carácter fuerte. Culto, viajero. Educado, pero de verdad. Elegante. Europeista. Vociferante si era necesario y si es que estaba absolutamente cargado de razón. Hizo mucho por la ciudad en muy poco tiempo, aunque esos dieciséis años se les hicieran muy largos a sus enemigos. Sus oponentes políticos le recuerdan con agrado. Hizo despegar al Cervantes, asfaltó calles, vertebró ciudad, culminó saneamientos, dotó de alumbrado a decenas de calles; abrió el Jardín Botánico de la Concepción, impulsó la Casa Natal de Picasso. Y creó la Orquesta Filarmónica de Málaga. En el 91. Ahora cumple 25 años. Su concierto inaugural fue el 14 de febrero de ese año. Desde entonces ha efectuado giras por todo el mundo, ha recibido premios, ha tenido a directores invitados que han sido míticos en el panorama musical. Se ha convertido en toda una seña de identidad de Málaga. Tenemos boquerones, el Cenachero, grandes museos y playas pero también una Orquesta Filarmónica. No pocos creen que merecería un auditorio. Sin música, la vida sería un error, decía Nietzsche. Sin la Filarmónica, Málaga sería menos. No es que la música amanse a las fieras. Es que activa el genio. Para Einstein «el violín es lo que más alegrías da en la vida». Como escribió la pianista Paula Coronas, la OFM ha hecho una valiosa aportación en el sinfonismo musical de todos los tiempos y «ha contribuido decididamente al despertar de aficionados, melómanos, profesionales y eruditos que han sido y son los compañeros fieles en este feliz viaje hasta alcanzar la madurez de 25 años de creación». Grande la OFM, como grande el legado de Aparicio. Ahora en pocas semanas será el aniversario de su marcha de la alcaldía. No parece que fue ayer. Pero sí que el mañana está más cerca, que el tiempo nos alcanza y que no es bueno que la memoria nos falle. Ni que se nos quede parada. Parada de metro, sí.