Qué ejemplo, Mari Ángeles

Me llama mi hermana Belén a la redacción para decirme, con la voz entrecortada, que ya te has ido. Así, en silencio, sin hacer ruido. Como sólo se van los grandes. No me lo esperaba. No tan pronto. ¿Cuánto hace que no nos veíamos? A la última boda de los primos no pudiste venir porque te habías quedado cuidando a tu madre -qué gran luchadora- recién operada de la espalda. Poco después recaíste, así, sin previo aviso.

Los médicos querían tenerte en los ensayos clínicos con los fármacos más novedosos porque no se explicaban semejante recaída, no después de tanto tiempo, no después de superar tantas y tantas batallas como has tenido que librar.

Pero tenías la suerte de contar con una madre como pocas quedan. Luchadora hasta el final. Y además, Dios te dio una segunda oportunidad y te recompensó de tanta decepción vivida con un hombre de verdad, con un compañero incansable e infatigable, atento, cariñoso, fiel y fuerte como un león, un señor que ha luchado codo con codo a tu lado hasta el final.

Te confieso que estaba nervioso. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que te vi. Pero cómo negarme. Cuántos recuerdos vividos desde pequeños, prima. Cuántos. Aún te recuerdo siendo jóvenes en las celebraciones familiares. Qué guapa, con ese pelo negro azabache y esa tez morena, joven y vital como eras. Una mujer de raza, como tu madre.

Cuando te vi bajar del coche hace una semana en Coín me negué a creer lo que me contaban. Ibas tan elegante con tu sombrero blanco para ocultar las sienes plateadas y con un pañuelo alrededor del cuello de vivos colores, como las ganas que tenías de vivir.

Qué ejemplo nos diste prima, qué ejemplo. Quisimos ponernos al día en poco tiempo, como si hubiéramos coincidido, otra vez, en la misma mesa, en otra boda González. Gracias por tu serenidad, por tu tranquilidad, por contarnos las cosas como eras tú, con sencillez. Luchadora y firme, pero con bondad, con naturalidad.

A ver cómo se lo explicamos ahora a Carlos y a Marta. A ver. No va a ser fácil. Porque te has ido demasiado pronto. Menuda papeleta le dejas a tu madre, y a Leo, porque te has ido demasiado pronto. Con entereza, con dignidad. Dando ejemplo. Y qué ejemplo, Mari Ángeles, qué ejemplo. Descansa en paz, prima.

Alejandro González. Málaga