"No os afanéis en banalidades y luchad por vuestros derechos". El valioso consejo forma parte del mensaje de despedida por motivos de salud de quien fue en 2011 el alcalde popular más votado de España, el cura José Luis Torres, hasta ayer primer edil del bonito municipio malagueño de Cómpeta. La despedida institucional terminaba así: "este alcalde ha aprendido lo importante que es caminar con las alforjas ligeras y la cabeza alta. Un abrazo de corazón y hasta siempre"

La relación de ese alcalde con sus vecinos, como pude comprobar felizmente cuando fui invitado a grabar un programa de televisión en Cómpeta, merece cierta observancia. Sobre todo porque la relación entre los ciudadanos y sus políticos (y viceversa) ha cambiado, y no para bien. La que sería deseable que cambiase es la actual relación de los periodistas y, sobre todo, las empresas de comunicación, con la Administración y los partidos que la fagocitan. Y con los ciudadanos.

Veremos a ver qué pasa en las elecciones. Veremos qué nivel alcanza la abstención, ese último desaire del votante aún a sabiendas de que abstenerse o votar en blanco sólo sirve para no restar ese voto al que más votos obtenga, sean estos muchos o pocos da igual. Veremos, al margen de que el CIS advierta de que el 80% repetiría su voto, si de verdad se repite o se opta por el consabido voto útil -si es que en esta ocasión existe esa opción y no la de insistir en la diferenciación al votar entre «lo nuevo y lo viejo»-. Veremos, en todo caso, cuánto cambiará el resultado ese 20% de votantes que no repetiría. Lo que pase nos contará cosas. Pero no hace falta esperar hasta el 26 de junio para saber que algunas ya no funcionan bien.

El juego de las especulaciones para mantener una relación continua entre el periodista y el político, por ejemplo, sin que al ciudadano le importe una higa la presunta adrenalina que eso les produce a los relacionados, ni los globos que se desinflan en un día para inducir un interés que no interesa. Yo también oí a Carlos Alsina en Onda Cero preguntar directamente al presidente del PP andaluz por el actual alcalde malagueño, Francisco de la Torre, como posible número uno al Congreso. La respuesta de Juanma Moreno, muy congestionado por un catarro, fue afectuosa y contemporizadora: valorar su capacidad para decir acto seguido que otra media docena de posibles nombres también la poseían. Por lo tanto, si no dijo lo que no dijo, tampoco merece la pena valorar que no se desdijese de lo que no dijo. Y si ello ha dado para tantos titulares, no es la existencia de los mismos lo que va a cambiar lo que pasó. O, mejor, lo que a mis cortas entendederas no pasó en esa entrevista.

Y para seguir el juego habitual de la acción-reacción política, al ser preguntados algunos también opinaron sobre lo publicado, incluso poniendo algún sucesor preferido sobre la mesa. Por último, De la Torre ha dicho que No a un ofrecimiento que no ha existido ni en la radio, donde nunca se hacen, de verdad, estos ofrecimientos. Triste y agotado juego.