A pesar de la que lleva cayendo desde ayer, el verano está más cerca. Más calorcito, más humedad... y más mosquitos. Al desvelo que el asalto nocturno de uno de estos insectos provoca hay que sacar el máximo partido posible y si, como es el caso de este pasado jueves, uno duerme en soledad, sólo queda buscar inspiración para completar estos dos párrafos mientras espera, paciente, a dar caza al maldito díptero. Vaya por delante que los miopes estamos en una situación de franca desventaja con el resto de la humanidad por la pérdida de valiosos segundos que supone la búsqueda desesperada de las gafas tras el molesto zumbido que le despierta a uno y lo llama a la batalla. Es entonces cuando, gafas colocadas y luz indirecta encendida, comienza la espera, como un francotirador agazapado esperando la aparición del objetivo tras un parapeto, de la que será víctima mortal de nuestro zapatazo, palmada o, para los más retorcidos, del gaseado.

Y comienza uno a comer techo de madrugada, esperando el paso del objetivo y dándole al coco sobre de qué demonios rajar este sábado. Y el mosquito que no pasa, pero pasa el tranvía hasta el Civil. Demasiado obvio, demasiadas reuniones, demasiado de todo y pocas soluciones. El Museo de la Aduana. Ya se hizo la foto esperada del ministro y la consejera, ya sólo queda la fecha de apertura. ¿Se abrirá antes que el Hospital del Guadalhorce? ¿Cumplirá la previsión de visitas el nuevo museo de Málaga? ¿Pasará de una vez el condenado mosquito? En un pestañeo aparece Pablo Iglesias, con sus confluencias. A las cinco de la mañana, que la izquierda esté unida importa más bien poco. Y el mosquito sin rasear el vuelo. ¿Una semblanza del dominio español en las finales europeas? Vistos los precedentes de semanas atrás, mejor no ondear ninguna bandera... ¡Banderas! ¿Sufrirá Antonio también los mosquitos en su ático de Alcazabilla o tendrá enchufes ahuyentadores con forma de biznaga para evitarlo? No, esas banderas no, las azules. Las que ha ganado la provincia este año y las que ha perdido Málaga capital. La pregunta no es porqué las ha perdido, si no qué hizo para que se las dieran... Objetivo a la vista. Silencio. Movimientos lentos pero seguros hacia el arsenal. Zapatillazo. Mancha de sangre en la pared. Ya lo limpiaré mañana... ¿y el artículo? Mañana será otro día.