Desde los ventanales de CIESPAL, el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina, que en la actualidad dirige el catedrático español Francisco Sierra, se contemplan las cumbres del Pichincha, el volcán activo sobre cuyas laderas se extiende alargada la ciudad de Quito, capital de Ecuador, situada a más de 2800 metros de altura sobre el nivel del mar, en plena cordillera de Los Andes. Lo cierto es que desde todas partes se puede admirar la belleza de este singular paisaje natural y urbano, pues la ciudad se encarama con decisión hacia las cimas de las estribaciones montañosas de la cordillera andina, invadiendo todo el entorno. La loma del Panecillo y la quebrada de Guápulo delimitan la ciudad histórica y la ciudad moderna, y señalan la línea divisoria entre el Norte y el Sur de una populosa ciudad de 2,3 millones de habitantes que se pierde en el horizonte a través de una interminable sucesión de viviendas autoconstruidas.

Mientras en CIESPAL se celebra el I Congreso Internacional de Periodismo, sobre convergencias mediáticas y nueva narrativa latinoamericana, que ha congregado a estudiosos de Ecuador, Colombia, México y España, la ciudad de Quito hierve en actividad por todas sus esquinas y rincones. Ciudad bulliciosa y llena de vida, la capital ecuatoriana, como el resto del país, se afana en superar el terrible trance del terremoto del pasado mes de abril, que devastó sobre todo las provincias costeras de Manabi y Esmeraldas, especialmente las ciudades de Pedernales, Manta, y Puerto Viejo, causando la pérdida de numerosas vidas humanas e innumerables daños, de los que el pueblo ecuatoriano tardará años en recuperarse.

La peculiar geografía ecuatoriana ha influido sin duda sobre el carácter y la determinación de sus gentes. Ecuador está situado en el centro del mundo, atravesado por el paralelo 0, y su clima está condicionado por ser lugar de intersección tropical; está surcado por la cordillera andina; y en sus costas se produce, al igual que en otros puntos del litoral pacífico, el encuentro entre la placa sudamericana y la placa de Nazca; asimismo, pertenece a la zona norte del cinturón volcánico de Los Andes, contabilizándose en su territorio más de 30 volcanes, muchos de ellos activos. Esta situación de riesgo permanente, como lo ha demostrado el pasado terremoto, o los de 1906 y 1987, ha forjado la personalidad del pueblo ecuatoriano, acostumbrado a hacer frente a las mayores catástrofes naturales, y a levantarse para seguir trabajando y viviendo en el mismo lugar. Por eso Ecuador ama la vida, como reza el eslogan de su marca país. Ama la vida porque ha adquirido conciencia de su fragilidad, y eso lo saben muy bien los hombres y las mujeres de Ecuador. A pesar de ello, es la hora de la solidaridad nacional e internacional para apoyar a este gran pueblo en su recuperación económica, social y humana. Afortunadamente, las redes de solidaridad funcionan, y la esperanza siempre está presente en las mentes de todos los ecuatorianos, que al parecer han aceptado sin mucho rechazo la adopción de las cinco medidas excepcionales de tipo tributario que el gobierno de Rafael Correa ha puesto en marcha.

En Quito, que representa más del 15% de la población total del país, ese es el espíritu que se aprecia en la calle y en el trabajo, con una alegría y una educación que sorprende al forastero. El ecuatoriano ama su tierra, conoce su historia, y te la explica con orgullo. Y recibe a los turistas con los brazos abiertos, consciente de que el turismo es fundamental para recuperar la economía del país, y para acabar con la imagen de peligrosidad que se ha generado tras la catástrofe natural. Hay que viajar a Ecuador, y conocer su portentosa naturaleza y sus hermosas ciudades (Quito, Cuenca, Guayaquil, Loja). Ecuador se lo merece, sobre todo ahora.

En CIESPAL saben que la comunicación es un factor de desarrollo, y que ante una crisis hay que procurar mantener la calma y la serenidad necesarias para devolver la normalidad a los territorios afectados; y después de hacer el análisis de la situación emprender las acciones oportunas. En esa tarea, la implicación de la ciudadanía es un factor imprescindible que se consigue con una política de comunicación responsable. En dicho cometido, y ante la actual crisis, se encuentra el MediaLab de CIESPAL trabajando en un proyecto de aplicación inmediata sobre el terreno. Como ellos, numerosos colectivos vinculados a las instituciones, a las universidades y a la sociedad civil están haciendo lo posible para devolver la normalidad a las zonas afectadas por el terremoto, cada uno desde su experiencia y conocimiento. Ayudemos al pueblo ecuatoriano como mejor sepamos o podamos, no dejemos de ir a Ecuador si estaba en nuestro planes, conozcámoslo de cerca. Hablan nuestra misma lengua, compartimos cultura común, y aman la vida, como nosotros la amamos. Ni más ni menos.

Desde los ventanales de CIESPAL, mientras el congreso continúa, se observa el ir y venir de los quiteños que se afanan con esperanza en el futuro, viviendo entre las nubes, allí en las alturas del Pichincha. Allí en San Francisco de Quito, la capital de Ecuador, que fundara en 1534 el cordobés Sebastián de Belalcázar, y que desde 1978 es Patrimonio Cultural de la Humanidad.

*Juan Antonio García Galindo es catedrático de Periodismo de la Universidad de Málaga