Negarse a llevar tacones

Una mujer de 27 años llamada Nicola Thorp se ha negado a llevar tacones entre 5 y 10 centímetros durante las 8 horas de jornada laboral. Es odioso exigir a otra persona ir de puntillas todo el día y parece ser que las leyes británicas apoyan esta clase de despidos. Imaginamos que la persona que la contrató y luego la despidió al instante los usa y se siente cómoda con el vértigo que producen las alturas, sobre todo a los que tienen cargos en las empresas y se pasan el día sentados ante su mesa. Suponemos que nunca ha sufrido un esguince. Nos esforzaremos en pensar que jamás se ha caído por causa de ellos. Deducimos que no ha padecido tendinitis ni tiene problemas de artrosis en las rodillas. Nos figuramos, además, que al llegar a casa no tiene que continuar con la tarea familiar a la que muchas se ven obligadas por otras exigencias, también sociales.

Tenemos un ejemplo vivo en las pasarelas. Presenciamos los tropiezos de las modelos que no logran sostenerse sobre los tacones de aguja. A algunos, incluso, les provoca cierta risa verlas humilladas, tratando de disimular al levantarse del suelo.

Es una buena iniciativa la que esta joven ha lanzado para recoger firmas e impedir esta exigencia en los puestos de trabajo.

Isabel Pavón Vergara. Málaga