Con la actual tecnología es sorprendente que aún existan las relaciones diplomáticas entre los países y no hayan acabado todos dando un corte de mangas al vecino por bocazas. Es el problema de hablar sin darse cuenta de que hay un micro o una cámara cerca. Esta semana le ha tocado el turno a la reina Isabel II que, tras una vida de no abrir la boca en público, ha sido pillada a sus 90 años durante un evento en el palacio de Buckingham diciendo que los funcionarios chinos fueron «muy groseros» durante la visita de Estado que hizo el presidente de China, Xi Jinping, a Londres el año pasado. Y no solo la han pillado a ella. Los ingleses no han andado muy finos esta semana, cuando también se ha oído al primer ministro, David Cameron, durante una conversación con la reina captada por las cámaras de la cadena ITV diciendo que Afganistán y Nigeria son «probablemente los dos países más corruptos del mundo». Eso, dos días antes de una reunión contra la corrupción con mandatarios políticos, empresarios y entidades para el desarrollo, incluidos, claro, los de Afganistán y Nigeria.

Aunque luego los asesores y diplomáticos se las ven moradas para evitar conflictos diplomáticos dando explicaciones de lo más marcianas, las frasecitas quedan para la historia. José Bono en 2004, siendo presidente de Castilla-La Mancha, tuvo una pillada de lo más embarazosa cuando un micrófono lo captó llamando «gilipollas» al entonces primer ministro británico, Tony Blair, y en las fonotecas anda también un resbalón de Obama desvelando que no soportaba al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. ¿Y luego son capaces de sonreír juntos ante las cámaras? A ver cómo le sentó a Gallardón que en enero de 2010 a Esperanza Aguirre se le oyera por un micrófono abierto lo de que «hemos tenido la inmensa suerte de darle un puesto a IU quitándoselo al 'hijoputa'». Glorioso. Otras pilladas antológicas han sido hasta graciosas. ¿Se acuerdan del «¡Manda huevos!» de Federico Trillo? ¿Y del «vaya coñazo que he soltado» de José María Aznar tras una intervención en el Parlamento Europeo? Por no hablar de Rajoy diciendo que «mañana tengo el coñazo del desfile militar». Pero oye, luego no pasa nada. Al día siguiente no se le escapó ni una risa y estuvo en el desfile de lo más serio y marcial.

Se ve que para estas cosas los políticos son muy profesionales y saben que, ante un micro que en teoría está cerrado, no hay quien se libre. Menos mal porque, si no, la diplomacia pertenecería solo a aquellos tiempos en que no había cámaras ni micrófonos cerca e Isabel II se caracterizaba por su prudencia y corrección.