Todos los relatos que cuentan historias humanas se parecen; tienen principio, desarrollo y final, y algunas, las que aspiran a ser constructivas contienen mensajes diferentes que desembocan en un corolario a modo de resumen edificante.

En el fútbol se concitan aspectos tremendamente humanos, como en todo deporte o actividad que implique superación personal, junto a singularidades sociales y económicas al margen de las individualidades. Y desde tales realidades podemos hilar un relato amalgamador de la Liga 2015/16.

El Barça es el campeón porque aprovechó con más regularidad sus buenos momentos y esquivó con eficacia los malos. Ha sido más eficiente, en definitiva. Luis Enrique, seguramente en su última temporada como técnico barcelonista de esta época, que se refrendará con la Copa del Rey para conseguir un doblete menor viniendo de donde viene, ha jugado bien sus bazas también menores porque todos sabemos quién manda en realidad. Y así, mediante un pacto tácito con el capo Messi y su entorno, donde también han tenido cabida Neymar y Suárez, ha ido dosificando al resto de la plantilla como verdaderos actores de reparto de la obra culé. Ver a Messi hacer lo que le ha dado la gana en el campo durante toda la temporada es apto para un técnico menor, cosa que no casa con el carácter volcánico del asturiano. Ni con su aspiración de que le respeten tanto los futbolistas a sus órdenes como sus dirigentes. Eso es lo que consiguió su líder Guardiola, que también dejó el carro cuando se percató de que el mejor futbolista del mundo, Messi, que él ayudó a crear, se había encaramado a la burra y ya nadie podría bajarle de ahí, para menoscabo de su autoridad como técnico del Barcelona. Así que punto y final también para Luis Enrique. Y se irá con un doblete nacional ganándole al Sevilla el próximo domingo, para dejar el pabellón a la altura de sus ambiciones, en busca de otro lugar en El Dorado del mejor fútbol mundial. Allí donde pueda ejercer con prestigio - un grande europeo-, sin nadie que ose discutir sus rotaciones, por ejemplo. El ejemplo de su admirado Guardiola es emblemático para él. Ha mandado en el Bayern con notable éxito por encima de todo y de todos, dejando atrás al Barça de sus amores, aunque no haya reinado en Europa.

En el Atlético pintan oros para Simeone. Todo pasa por él y su continuidad, porque es de reconocimiento general que es el verdadero artífice del mejor Atlético de la historia. Y si ganara la Champions al Real pasaría por encima de Luis Aragonés en el imaginario colectivo más icónico de la afición colchonera. Otro ejemplo para el fútbol, como lo es Cruyff para el barcelonismo o Di Stéfano para el madridismo. Y a su mismo nivel, no como el rey menor que es Luis en la historia de las monarquías de los clubes patrios, quien sin embargo si es un rey mayor en la de la selección: siempre se dirá que la mejor historia nacional empezó con el de Hortaleza a los mandos.

En el Madrid todo es diferente. Sobre los blancos brilla ahora un astro que ha tratado por todos los medios de nublar a los históricos: Bernabéu y Di Stéfano. Y lo ha hecho haciendo gala de su incuestionable inteligencia: haciéndoles brillar desde su verbo reverencial, al primero, y mostrando a su lado al segundo, con el rango honorífico que más lustre le daba a su presidencial figura. Grande don Florentino, que además se hacía aparentemente pequeño, engrandeciéndolos, incluso desde su voz de curica aplicado en humilde parroquia. Ni el Real Madrid es pequeño ni su ambición tampoco. Corren paralelas las dos imágenes en la nube futbolera; ahí está su brillante estrategia.

Y ahora, siguiendo el discurso en el que alberga sus objetivos, se ha rodeado de otros dos iconos blancos: el inigualable Gento y Zidane. El primero fue ídolo de generaciones de madridistas y futboleros de la más diversa devoción, entre quienes me incluyo, y el segundo es sinónimo de excelencia y elegancia. Ambas figuras son tan incontestables como el actual presidente blanco anhela.

Con la final de la Champions se cerrará la temporada de clubes en Europa, de la que ya hemos escrito y pronosticado, y enseguida empezará la planificación de la próxima. Zidane y Simeone continuarán y Messi seguirá mandando en el Barça.

Ahora toca Del Bosque. Ojalá pueda continuar; significará buenas noticias desde Francia.