A falta de hilar más fino,y hasta con la patronal echándole la bronca, el alcalde le pone confitura del 15M a lo del metro y dice, ostras Pedrín, que el pueblo ahora es soberano. No lo fue antes, cuando él mismo pensaba justo y briosamente lo contrario, y mucho menos si tiene la osadía de vivir lejos de los aledaños del hospital Civil, porque para el PP, en su deriva asamblearia, esto de la voluntad popular parece entenderse e ir también por barrios; si el pueblo habla, que no lo haga para pedir bosque, sino autobús, no vaya a ser que con tanto estrés democrático le dé, quién sabe si literalmente, un paso de aire. Si usted vive en Carretera de Cádiz y quiere ir al Materno confórmese con votar y no sea impertinente, que el tranvía está muy bien para leer a Pessoa, pero lo deja todo hecho unos zorros. Pregunte, si no, al alcalde, que, después de un ejercicio introspectivo, quién dice que no soterrado, ha sido capaz de convencerse a sí mismo de que no llevaba razón y retractarse sin amilanarse de todo lo firmado. Todo, antes de que Europa piense que España es un país serio, con gestores de la cosa pública coherentes y responsables. La veleidad, en cualquier caso, no sale gratis. Y es Málaga, además de los inversores, los que van a tener que pagar por las entretenidas cavilaciones del alcalde. Leo los argumentos reseñados por el Ayuntamiento para justificar el cambio de postura y lo único con lo que estoy de acuerdo es que sería mejor un metro bajo tierra. O, incluso, ya puestos, en el aire. Pero es mucho más caro y no tiene nada que ver con lo que fue suscrito en primera instancia y financiado. El resto, con todos mis respetos a los vecinos, me parece un asunto de luditas. Ahora resulta que el tranvía jode. Con esa actitud a estas alturas en Madrid el personal se desplazaría en patinete y en esbeltos carruajes. ¿Que deja menos espacio para los coches? Pues de eso se trata. Pero te ponen a cambio un tren en la puerta de casa. La llegada de una infraestructura como el tranvía es lo suficientemente importante como para no andarse con bagatelas. Y si se pregunta a los vecinos que se haga con todos. ¿O es que acaso un habitante del barrio de La Victoria no tiene derecho a decidir cómo prefiere ir a una zona de la ciudad en la que se acumulan hasta tres hospitales? Que el alcalde saque de nuevo la margarita y la deshoje a la inversa. Es la manera más parecida de construir algo.