Carta a la EMT, por Francisco Villaescusa Prieto

Estimados periodistas, les agradecería que publicasen este escrito. A la atención del alcalde de Málaga y presidente de la EMT. Don Francisco, el motivo de este escrito es para decirle que tenía una espina clavada con usted y gracia a su falta de interés en contestar a mis escritos, me he dado cuenta de que ese alcalde que yo conocí ya no es la misma persona, esa persona que se interesaba por sus ciudadanos y buscaba siempre darle una solución justa y razonable. Esa persona a la que yo le debía una disculpa por un escrache injusto que le monté (con los vecinos de Hacienda Cabello), en la inauguración de la desaladora del Atabal (09/05/2005), delante de la ministra y de la consejera de Medio Ambiente, un escrache injusto porque el alcalde de aquel entonces no se merecía eso, pero en aquel momento (equivocadamente), creí que era lo mejor para mis vecinos. He intentado pedirle disculpas por medio de familiares que son compañeros de trabajo y por cartas a los medios, lo he defendido en la última huelga de los trabajadores de limpieza (enemistándome con algunos familiares), pero le tengo que ser sincero, esa espina que llevaba clavada por mi actitud en ese escrache, la tengo más que sacada, porque lo que usted está permitiendo que se le haga a esos trabajadores que están, en la bolsa (o estaban), de trabajo de la Empresa Municipal de transporte del año 2009, no tiene justificación razonable alguna. La única «lógica» que yo le encuentro es que en esa lista ya no quedan recomendados de los sindicatos y de los políticos, y haya que crear una nueva para meter a los familiares y amigos que están fuera, «lo tendremos que dar por válido, ya que el empleo público es patrimonio de los sindicatos con la ayuda de los políticos». Don Francisco, hay ocasiones en las que para que las personas reflexionen sobre su comportamiento, algo malo tiene que pasar (espero que en usted no se dé ese caso). Me despido con penas, pero mis penas no son porque a mi hijo se le haya cometido una injusticia laboral, sino porque admiraba al mejor alcalde que habíamos tenido, pero creo que estaba equivocado.