¡Oye!, y a uno que le preocupa eso del déficit público... Me refiero a que el déficit sobrepase ya el PIB. Quiero decir que, aunque ya se sabía que nos acercábamos a semejante desequilibrio billonario, el impacto que supone haberlo sobrepasado provoca cierta inquietud. Aunque no se la provoque a los partidos que ni han llegado a un acuerdo de gastos electorales para ahorrar en campaña.

Confieso que no he dejado de pensar en cómo nos van a afectar más recortes para poder cumplir con las exigencias del comisario Moscovici (incluso cuando andaba arrobado por la brutal interpretación que de algunas de las canciones de su nuevo disco, Resiliencia, la malagueña Diana Navarro hizo el lunes en el Museo Picasso Málaga). Y mira que el actual comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, es, según reza en la Wiki y en la página web oficial de la UE, europa.eu: «un político francés miembro del Partido Socialista». Luego, a la hora de la verdad, aquí nadie afloja con eso del déficit que, tampoco, nadie cumple. Así que ya son dos nadie.

Decía ayer en este periódico la secretaria provincial de UGT en Málaga, Auxiliadora Jiménez, que nos habían quitado derechos a cambio de nada. Dolorosamente podría responderle que eso ha sido así, en parte, por el dontancredismo institucionalizado o, al menos la incapacidad demostrada para evitarlo, de los sindicatos que también se subieron al carro que viajaba hacia la ninguna parte en la que estamos hoy. Un carro desbocado con sus ruedas imantadas a favor del dinero que viaja contra la vida.

Sobrevivir no es vivir. Auxiliadora tiene toda la razón cuando denuncia lo ocurrido, pero pareciera como si todos anduviésemos desde hace años esperando a Godot, sin saber quién es ni por qué nos va a devolver los derechos ofrecidos en sacrificio al becerro de oro para, al final, enriquecer unos pocos bolsillos sin fondo pero seguir elevando el déficit, paraísos fiscales mediante. Uno de esos territorios paradisíacos conectados a la red para las componendas financieras, ahora que tanto se habla de Panamá y sus serviciales abogados, está aquí mismo, en la propia península ibérica. Todo es tan vox pópuli que Gibraltar sale como paraíso de la componenda financiera hasta en las celebradas novelas de Stieg Larsson (ahí es donde la fascinante Lisbeth Salander, esa chica tatuada de la memoria fotográfica y la rebeldía punki con causa, blanquea el patrimonio adquirido como pirata informática).

Quienes se han enriquecido con la corrupción, esa mantequilla untuosa que rellenaba la burbuja inmobiliaria y que a medida que la liquidez faltaba se ha ido volviendo rancia y ya apesta, sólo son los decimales del extractivo expolio. Ni el populismo que viene ni el viejo populismo inmovilista le plantarán cara al déficit. Sólo una ciudadanía concernida, exigente, libre, que haga política y no partidismo con su voto, quizá…