ntonio Morales no tenía que haber dimitido como presidente del Consejo Social de la Universidad de Málaga. No había razones y mucho menos si quien le pedía era Elías Bendodo, presidente del PP de Málaga, político del tres al cuarto, que zamarrea por los caminos de la política con la almoneda de vender y comprar voluntades políticas y de las otras, ustedes ya lo sé lo imaginan. Bendodo no le llega ni a la altura de una zapatilla a Morales. El primero ha hecho de la política, la poltrona, el coche oficial, la alfombra roja y exigir pleitesías su forma de ganarse la vida, y el segundo tiene detrás largos años de trabajar como fiscal, de haber hecho de la lucha por la dignidad y la solidaridad con las personas una norma que nunca le abandonó. Desde la fiscalía de menores y después como fiscal general de la Audiencia de Málaga dejó manifiestas actuaciones donde la justicia prevaleció siempre sobre otras consideraciones. El profundo sentido social y de lucha por la igualdad y los más desfavorecidos ha sido si norte, algo que no puede decir quien preside de la Diputación provincial y eterno aspirante a la alcaldía de Málaga.

Tampoco tenía que haber aceptado su dimisión el secretario general del PSOE de Málaga, Miguel Ángel Heredia. No había razones para ello. Antonio Morales ha vivido y vive de su trabajo como fiscal y, ahora, como jubilado. Elías Bendodo tiene un sustancioso sueldo como presidente de la Diputación y lleva años comiendo de la sopa boba de la política, sin más atribuciones que el saber moverse con el ingenio del corredor de caminos. Morales ni cobró siendo presidente del Ateneo ni, ahora, como presidente del Consejo Social de la UMA. No me vale la argumentación puesta sobre la mesa por Miguel Ángel Heredia cuando le dijo al candidato socialista al Senado que estaba convencido de que Bendodo lo utilizaría como arma política en la campaña electoral. No entiendo como un político de tan largo recorrido como es Heredia cayó en la trampa saducea tendida por Bendodo. Antonio Morales, consecuente con su trayectoria personal, lo tuvo claro y dijo que dimitía para evitar que el Consejo Social y la Universidad entrara en la batalla política, tal y como planteaba Bendodo. Dignidad en su dimisión, pero ni era, ni es necesaria.

Bendodo haría bien en mirar en su casa y levantar, si es que puede, alguna que otra alfombra. Ahí si hay mierda y acciones que obnubilan el buen hacer de la política y de los políticos. No vayamos más lejos y se centre en los candidatos del PP al Senado. Tiene a otro eterno vividor de la política, como es Joaquín Ramírez, que sin pudor alguno confiesa el dinero debido a las arcas municipales malagueñas; tiene a un a ex alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz, a la que investigan un patrimonio que huele a chamusquina y queda un tercero, Marmolejo, de quien es mejor parta mirar para otro lado. Ahí sí tiene Bendodo tela donde cortar.

No sé si será posible, ni sé si se contempla en los estatutos del Consejo Social de la Universidad no aceptar la dimisión de Antonio Morales, como tampoco sé si el rector de la UMA, José Ángel Narváez, tiene algo que decir sobre el caso que nos ocupa, pero si lo hubiera, hágase. No se puede permitir que políticos como Bendodo utilicen el Consejo Social de la UMA como arna arrojadiza en la batalla política en la que estamos envueltos, si quiera sea por dignidad y respeto a las instituciones, algo que no ha hecho ni está en el ADN de Bendodo.

Antonio, ya sabes cuál será mi voto. Y espero que el de miles de malagueños esperanzados de llevar al Senado a personas que lo dignifiquen, que no es poco.