Les juro que lo vi, todo esto es cierto. El primer grupo eran 5 chicas vestidas de marineros con la gorra del Capitán Haddock y ella, la protagonista, vestida de tiburón. Se cruzaron con el segundo grupo, un equipo de fútbol donde la homenajeada era el árbitro, todas llevaban medias amarillas fosforito, ese color que cuando miras te preguntas si tiene un enchufe de lo iluminado que parece. El tercer grupo fue el mejor: Todas llevaban una letra en el pecho y, la que se va a casar en breve, iba disfrazada de caja de pastillas. Las letras de las compañeras de despedida eran las V, A, G, R, I y la A, no hizo falta que se ordenaran para saber que se estaban acordando esa noche de las hazañas del novio o mejor dicho de las debacles del pobre. Efectivamente, como habrán adivinado, es el festival de disfraces que cada fin de semana se puede ver por las calles de nuestras ciudades. Irse a comer con los amigos y las amigas ya no basta. Ahora una despedida de soltera o de soltero es todo un ritual, disfraz en grupo, para todos igual menos para el que va a pasar por el altar, a ese uno especial. Con pañales, de torero, con un ataúd, la imaginación no tiene límites, luego un viaje a una ciudad donde no conozcan a los integrantes del grupo y a ver que pasa. Andalucía es especialista en este turismo, turismo de despedidas de soltero, ya hay sitios en los que «no se sirve a despedidas» porque ya se sabe, descontrol, nadie te conoce, es una especie de gran hermano durante un fin de semana donde uno se encuentra con gente de todo tipo. Es una celebración más que añadir a las tradiciones. Bueno, una celebración para el que lo celebre, porque algunos ven el cambio de pantalla que supone el matrimonio como una iniciación a la tempestad, si no que le pregunten al futuro marido de la que iba de tiburón o al que cuya mujer decidió disfrazarse de caja de pastillas azules y publicar a los cuatro vientos sus futuras habilidades maritales.