Cañizares y Aguirre, chaqueteros

No es que una vida mejor sea siempre carísima, como apuntaba W. Churchill; en realidad, no cuesta nada moralmente a quien no tiene más principios que conseguirla. Cambiar de chaqueta, o hasta de manto de púrpura de siete metros (dos casos en la Iglesia católica, no ha costado nada al cardenal Cañizares, hoy en un camino de bajada opuesto al de los Borja: del Vaticano a Valencia, tras la forzada dimisión del ultra Ratzinger. Hecho todo un progre como Francisco, y prometiendo como él dar a los pobres los inmuebles inútiles de la Iglesia (tranquilos, en ambos casos ha sido una broma), ahora denuncia, medio siglo después, la censura franquista a los sermones… cuando se critica los suyos contra los derechos humanos.

Esperanza Aguirre, siguiendo los pasos de Mato y la Infanta Cristina, ha intentado muchas veces la vía tradicional de hacerse la tonta sobre el Jaguar o los millones de sus respectivos esposos, para no hablar de la infumable corrupción de sus principales colaboradores, ya en la cárcel o camino de ella. Pero, visto el poco éxito, incluso lo ridículo que eso resulta ya, acaba de pasarse al extremo opuesto al de la mujer tradicional, conservadora;y declara que preguntarle sobre los curiosos negocios de su marido es una actitud… machista. ¡Que decadencia, que final tan poco airoso para esos famosos modelos en cambiar chaquetas!

Josefa Ortega OliarsMálaga