Una plataforma petrolífera. Gigante, bestial, como monstruo marino. Salió del Congo e irá rumbo a Turquía para ser desguazada. Triste destino el de las plataformas petrolíferas. Aunque claro, no las van a enterrar. Meter fuego, tampoco. Bombardearlas sería un poco invasivo, amén de bestia. Una plataforma. Fue avistada en Málaga el otro día. La remolcaban hacia nuestra bahía. Se quedará en puerto unas cuantas jornadas. Tal vez necesite descansar. La impresión para los bañistas fue mayúscula. Aunque los bañistas ya no tengan impresiones minúsculas, dado que ven nata, ven medusas, ven el melillero y su ola, que barre toallas y arrambla transistores; ven gente haciendo surf. Menos mal que no ven tiburones. Antes, cuando yo era pequeño se veían coquinas. También hidropedales, que eran como pesados y de latón contrastando ahora con los que se nos muestran ergonómicos e incluso un punto elegantes. Qué impresión ver la tal plataforma descomunal acercándose por entre la bruma. Cómo sería en la edad media ver acercarse algo así pero saber que va llena de vikingos con sus cuernos y sus espadas y todos sus complementos dispuestos a partirte en tres a ti y a tus convecinos con esos espadones terroríficos. La plataforma es una novedad. Por eso nos gusta. Por eso la noticia sobre su llegada fue de lo más leído en la ciudad y en la provincia en no pocos medios de comunicación. Ya mismo sale un político prometiendo la llegada de una plataforma cada cierto tiempo como forma de poner emoción en nuestras vidas. Prometo una plataforma los domingos por la tarde por la playa de Pedregalejo y otra en la zona de Sacaba, bien podría decir un cabeza de lista con la cabeza saliendo del agua. La llegada de la plataforma coincide con la marcha de las grandes grúas del Puerto malagueño, gigantes aves de acero, flamencos de mecano que están siendo desmontadas también. Chatarra eres y en chatarra te convertirás. Una plataforma. Ayer conduciendo desde los Baños del Carmen hacia el centro la vi de nuevo. Se resiste uno a emplear el término majestuosa. Si una plataforma petrolífera fané y descangallada, que diría el tango, es majestuosa, no sabemos qué diríamos de la catedral de Munich, de un trono semanasantero o del Nou Camp.

Hay que ir a ver la plataforma antes de que se vaya a hacer puñetas a Turquía. Esto es como un cometa, que sólo pasa de muy cuando en cuando. La gente le hace fotos. No sabemos si es digna de Instagram aunque yo la he visto en Twitter y en Facebook. El año de la plataforma, podría titularse una novela. Cuántas vidas habrán transcurrido en ella en esos años en los que estuvo en un alejadísimo punto del océano dedicada a la extracción de crudo. Los recuerdos de todo ello quedarán machacados en breve. Una plataforma petrolífera. Gigante, bestial. Como monstruo marino.