Se ha puesto tanto énfasis en la interinidad de Mariano Rajoy cuando reciba a Barack Obama y le estreche la mano, salvo que el político español rehúse este gesto de saludo como hizo con Pedro Sánchez, que se olvida que el presidente estadounidense también se halla en funciones. Aterrizará en España en los estertores de su doble mandato, a unos meses de ser sustituido por la primera mujer que alcanza la Casa Blanca, y cuando la definición de lame duck o impotente apenas si abarca la plenitud de su ocaso. En el balance, ha restablecido relaciones con Irán y Cuba, se ha negado a bombardear Siria. Para entender su filosofía, considera que Isis es una amenaza menos existencial que el cambio climático, aunque se marcha sin resolver ambos problemas.

El Obama que paseará por Sevilla no puede ser reelegido por la limitación de mandatos, Rajoy no puede ser reelegido por las limitaciones de su mandato. Con o sin apretón de manos, se encontrarán el primer presidente estadounidense al que su cargo se le ha quedado pequeño, con el primer presidente español a quien se niega hasta ahora una segunda estancia en La Moncloa. Corrieron mejor suerte Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar o incluso José Luis Rodríguez Zapatero. En Madrid se ha acentuado la trascendencia de la visita del bienvenido mister Obama. Desde Washington, el anuncio de la escala camino de Polonia propició apasionadas preguntas de los periodistas sobre si la coincidencia del desplazamiento con la primera mitad de julio permitiría que el presidente estadounidense asistiera a los sanfermines. El portavoz de la Casa Blanca encajó la cuestión con una sonrisa irónica, que describía la muy relativa importancia del viaje con mayor exactitud que cualquier analista.

Aunque Pamplona no figura en el itinerario de Obama, su portavoz caviló una respuesta desenfadada y no descartó que el emperador del Universo contemplara los astados desde la barrera. Los numerosos enemigos del presidente que recibe miles de amenazas de muerte diarias, por encima de cualquiera de sus predecesores, desearían que corriera directamente los sanfermines. Frente a las pretensiones históricas de Rajoy, es posible que su interlocutor solo pretenda alejarse al máximo del envenenamiento provocado por Donald Trump, dando por supuesto que no lo prefiera al retorno de los incombustibles Clinton. La dinastía demócrata nunca ha figurado entre los personajes favoritos del actual presidente, que en sus autobiografías prefería encomendarse a patriarcas republicanos como Ronald Reagan o George Bush padre.

La síntesis de Obama es que cualquier otro presidente hubiera desempeñado el cargo con menor acierto. El misterio inefable de sus ocho años al frente del planeta es que se ha aburrido en el cargo. Se trata de un personaje enigmático, promocionado engañosamente como un campeón de la bonhomía. Superdotado y ensimismado, la buena noticia de su salida de la Casa Blanca consiste en la publicación inmediata de un aluvión de libros, que intentarán desentrañar al profesor de Chicago. La incógnita reside en saber si Bob Woodward figura en la lista de autores que excavarán en la presidencia de Obama. Aunque todas las comparaciones son odiosas, ¿leería usted una biografía de Rajoy?

Obama y Rajoy se encontrarán sin otra meta personal que lograr una transición pacífica en sus respectivos países. Estados Unidos viene urgido por los imperativos del calendario sucesorio. En España, el cabeza de lista del PP sabe que cuenta con los mismos apoyos para su investidura que en diciembre. Si no obtiene 150 diputados por sus propias fuerzas, deberá abdicar en otra figura de su partido, o exigir las terceras elecciones generales en un año. Por tanto, a ambos mandatarios les sobran los motivos para sentir pánico hacia el país que albergará su cita crucial. Si el conservador no se siente querido en proporción a sus desvelos, el demócrata no ha olvidado que Andalucía desató una de las mayores crisis internas de su presidencia.

Las vacaciones de Michelle Obama en la Costa del Sol fueron valoradas como un dispendio inaceptable durante el primer mandato. Se habló de veleidades monárquicas en un país en crisis, dado que la primera dama visitó a los entonces reyes en Mallorca. En la interinidad del segundo mandato, los miedos se desvanecen. La pregunta clave de la cumbre es, ¿qué piensa el presidente estadounidense de Rajoy? Una referencia histórica servirá de aclaración. Obama recibió a Cristina Fernández de Kirchner en la Casa Blanca. La presidenta argentina le anunció que iba a reactivar la crisis de las Malvinas, con propósitos patrióticos. Washington se lo prohibió, y le sugirió la alternativa de nacionalizar la petrolera española YPF Repsol con idéntico objetivo. Sabía que Rajoy no rechistaría. Estados Unidos pierde a un fenómeno.