"Me casé con un tieso". Le faltó añadir como en la popular Sevillana: salerito, salerito, pa jartarme de reir. Susana Díaz se arranca no por fandanguillos o soleares y sí por el camino de la confesión espontánea (¿espontánea?) y sincera de corte abrupto. Fue en la comisión del Parlamento andaluz que investiga los cursos de formación. El fraude de los cursos de formación, mejor dicho, tasado por la Udef el pasado diciembre en 3.000 millones de euros. Un parné como para sacar de la tiesura a unos cuantos una buena temporada. Un tieso. José María Moniche, ni mileurista en una librería. Para que luego digan que trabajar entre libros no tiene precio. Y eso que hay novelas que no veas como alimentan.

La presidenta andaluza eleva a su cónyuge a miembro de una nunca bien ponderada categoría de nuestro imaginario: la cofradía de los tiesos.

La de los sin blanca, sin un duro, la de los que están a la cuarta pregunta. Los que, como decía Paco Rabal interpretando a Juncal, «no tienen pa tabaco». Amojamaos, bolsillos vacíos, secos. Susana Díaz lleva los pantalones en el PSOE y las habichuelas a su casa. «Hay que sentir la pobreza ajena como propia», dijo una vez Juan Pablo II. No sirvió para nada, si bien a nosotros nos vale como cita, no descartando que la presidenta andaluza tenga ocurrencias papales. No sólo el socialismo tiene una esperanza blanca, también la tienen ahora los tiesos del mundo, que han encontrado una líder, una defensora, una empatizante con su causa. Tiesos del orbe, no os preocupéis que Susana Díaz os tiene en vuestras oraciones. Al fin sois útiles. Servís de coartada para espantar una posible sospecha de provecho, trincalina, pringue o mamandurria por parte de quien no pudiéndose tildar de bienpagá sí tendrá algunos meses problemas para llegar a fin de sueldo.

Los tiesos en los titulares. La oposición sin un duro argumental. Los taquígrafos riendo. Los suyos, tiesos de aplaudir. Todos tiesos.

Tiesura universal. Tiesos en la lucha final. A dos velas. Empezando por las arcas de la Junta de Andalucía que guardan los fondos para impartir formación profesional, que no tienen un euro. No se da ni un mal curso de librero. Vamos, pa jartarse de reir. Salerito.