Mira que habrá cosas de las que hablar durante una Eurocopa. La cima a nivel continental del fútbol de selecciones y se nos ha ido la primera semana de competición entre cervezas, mamporros y bocazas a cada cual peor, en vez de ocupar las tertulias con la igualdad sobre el césped francés, los apuros de los principales favoritos para ganar o la emoción de unos partidos que, aunque cortitos en número de goles, se están decidiendo en su mayoría en los minutos finales.

Para empezar por los propios aficionados, la de broncas entre hooligans, borrachos y descerebrados de los últimos días no tiene ni nombre ni precedentes, con entrenamientos incluidos para llegar bien preparados al campo de batalla, que no es otro que una terraza marsellesa o una plaza de cualquier plaza francesa en la que podría pasear perfectamente una familia normal, a la que pudiera gustarle el fútbol o no, y a la que han podido volarle sillas por encima de su cabeza simplemente porque el lanzador es ruso, o inglés, o imbécil, directamente. Fuera del estadio... y dentro. Lluvia de bengalas ayer en el partido de la sección croata, en la que iba a ser la Eurocopa más segura de la historia, y que a lo mejor pasa a la historia, pero para mal. Sobre la amenaza de la UEFA de expulsar a las selecciones a las que apoyan estos energúmenos, de momento, nada de nada. Habría que ver si la habrían hecho efectiva si los que la están liando tan gorda fueran albanos o irlandeses. Y entre tanto jaleo, para calmar los ánimos habló Putin, para decir que sí, que está totalmente en contra de estos incidentes, que hay que tratar a todos los cafres que se comporten así por igual, pero lo que no le entra en la cabeza es que 200 rusos pudieron con miles de ingleses. El personal de la sala, cómplice, se partía la caja de la risa. En Alemania, las ruedas de prensa de la Mannschaft son también graciosas. No se habla precisamente del falso nueve de Joaquim Low, sino de su espontaneidad, de su nerviosismo, de sus picores y olores. Hasta explicaciones ha tenido que dar ante la prensa por ser humano, ni más ni menos. Podolski le echaba un capotazo para hacer reír al reporterismo: «Aquí, quien más y quien menos... todos nos rascamos». Toda la razón.

Y otro que siempre hace sonreír es Pedro Sánchez, pero a su manera. El candidato socialista se confesaba incómodo ayer cuando veía a David de Gea defender la portería de la selección española, después de que su nombre se viera «salpicado» por un presunto escándalo sexual relacionado con el caso Torbe. Sánchez se pone del lado de las víctimas, aunque no sepamos quién es y aunque la Justicia no haya dicho esta boca es mía sobre la presunta implicación del portero del Manchester United en el escándalo. Tras estas palabras, no se sabe qué corre mayor peligro, si la transición dulce en la portería de La Roja que pretende y está consiguiendo Del Bosque, o un buen puñado de votos que salgan volando del saco socialista hacia otros colores que no sean, paradójicamente, el rojo.

De todo menos fútbol, en fin. El nivel es tal que en el primer once inicial del campeonato no está Iniesta, después de lo del lunes... y después de lo de ayer. Y sólo llevamos una semana. Que Messi nos coja confesados.