Hay pocas dudas de que, si se consuma el sorpasso, la voracidad de Iglesias y los suyos para hacerse con todo el espacio de la izquierda no se aplacaría, sino que se haría más ansiosa, hasta que del viejo PSOE no quedara ni la raspa. Esto no se dice como crítica, sino como recordatorio de que las leyes de la biología son así de implacables, y en ellas no cabe la piedad con el vencido, por gestos que éste haga de sumisión y por trozos de si mismo que vaya echando al depredador para saciar su apetito. Cantado está también que si la resistencia de la víctima se localiza en el núcleo central del partido el acoso se hará por los territorios locales y autonómicos, compartiendo y repartiendo poder por la periferia, mordiendo aquí y allá hasta desangrar la presa. Dejando a un lado el corazón de cada uno, es pena que Rodríguez de la Fuente no pueda documentar, si ha lugar, el espectáculo.