Ayer abrió sus puertas el Hospital del Guadalhorce. Llovía. Una lluvia como de cuento de realismo mágico. Una lluvia quizás como la de Mazurca para dos muertos de Cela. Lluvia que azota el reumatismo y reactiva jaquecas. Una lluvia triste y desabrida, productora de fango y agobio tropical. Veraniega, extemporánea, molesta. No llena pantanos, ensucia coladas, enloquece a los pisahuevos. Un sirimiri o calabobos que anuncia monotonía y acompaña y viste al frío de los fríos pasillos nuevos y limpios. El hospital. Que no es hospital. No tiene camas. Ocho consultas. Sin urgencias. Tal vez en un par de años esté completo. El Guadalhorce ya tiene consultorio. El hospital del Guadalhorce, que no es hospital, fue prometido por Chaves delante de Zapatero en un día de la provincia, 2005, que se celebró en Álora. En 2011 terminó de construirse. Lentitud exasperante. Hubo excusas y falta de dinero para equiparlo y proveer el personal y pocas ganas de reconocerlo y enfrentamiento institucional. La Diputación tuvo que pagar un carril de acceso. Al fin abrió. Ayer. Tendrá cuarenta camas cuando las tenga. No es el Monte Sinai de Nueva York, precisamente. Ni falta que hace. Aquí (en España, Andalucía y Málaga) la sanidad es buena y efectiva pese a todo. Moderna y llena de profesionales ultra magníficos. Envidia mundial y con usuarios de todo el mundo, brexitas incluidos. Este no es un artículo contra la sanidad pública, donde no sospechas de que el que te aconseja operarte puede ver incrementado su sueldo o la cuenta de resultados de la empresa si accedes. Lo del Guadalhorce es un edificio con el logo de la Junta disfrazado de hospital. Un camelito para una comarca de cien mil habitantes, tal vez el único territorio de esas características en Andalucía sin hospital propio.

La OCDE ya nos tiene dicho que España ha recortado demasiado en educación, sanidad y gasto social, que no era tan necesario y que grandes países como Alemania o Francia han ahorrado de otras partidas y no de esas. Nos gustan más las mancomunidades que los hospitales. Pero bueno, demos gracias al cielo, podría haber sido peor, podrían ser tres consultas atendidas por un enfermero con contrato de media jornada. No sabemos si habrá cafetería. El brillo del edificio refulge y corta el viento... cuando pasas por el Puerto caminito de Jerez.

Ya está abierto, ya está abierto/ lo tildan de gran acierto/ Es más viejo que el hombre de Orce y está emplazado en el Guadalhorce/ Ya está abierto, ya está abierto/ Lo malo es que no hay cama. Donde caerte muerto.