Lo mejor que le vendría a la UE sería un corte limpio de relaciones íntimas con Inglaterra (quiero decir, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte), que le permitiera reorganizarse, montarse un futuro sin ella y sacar frutos positivos de una experiencia negativa con un socio-cónyuge difícil, pero la cosa no va a ser tan sencilla. A pocos días del brexit los síntomas apuntan a que la estrategia inglesa es justo la contraria, y consiste en hacer de la ruptura un proceso negociador interminable, para al final quedar en una especie de tierra de nadie, en la que ya no estemos unidos pero tampoco separados, con episodios de aparente reencuentro y otros de tirarse los trastos a la cabeza, enredados en una pasión fatal en tiempo pasado. Esto es, me parece, lo peor que podría pasarnos, pues llevaría a la UE al «ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio» de la copla, tan sabia.