Fue publicado ese libro - Voltaire contre-attaque - por la augusta y parisina Éditions Robert Laffont en 2014, un año antes de la muerte de su autor, André Glucksmann. Por eso se consideran esas 160 páginas su testamento. En las que Glucksmann nos invita a regresar a la lectura devota del Cándido de Voltaire. Aquella obra mágica que Francia hizo apasionadamente suya. La dedicó Voltaire a la defensa de la inteligencia, la libertad y la prudente tolerancia. Cándido, «el héroe que no posee más que el vértigo de la lucidez».

Ha sido presentada en sociedad la reciente versión española - Voltaire contraataca - con un prólogo de Josep Ramoneda, además del valor añadido de una deslumbrante traducción del francés al castellano de nuestro maestro Antonio Soler Marcos. Por lo tanto lleva la firma de uno de los grandes orfebres de nuestra lengua. Ha sido publicado este libro imprescindible por Galaxia Gutenberg, en una edición que creo que no exageramos si la describimos como perfecta. Por respeto y afecto a ustedes, comparto la cita de estos párrafos que nos ha dejado André Glucksmann y que Antonio Soler ha traducido en una de las páginas finales del libro:

«Se necesitaron siglos para que los pueblos de Europa volvieran a cuestionar (¡a qué precio!) las vanidades nacionales y las aureolas divinas que les servían de sepulcros... Una treintena de naciones, las mismas que no habían dejado de matarse, han decidido unirse cueste lo que cueste. ¿Con qué intención? Con la idea de inventar una unión sin precedentes, extranacional e infradivina, una alianza con un origen no guerrero, algo nunca concebido. Nada que ver con las alianzas circunstanciales, grandes y pequeñas, que tanto le habían gustado a Europa para luego machacarse mejor a lo largo de los siglos pasados. Se trata de la unión de todos contra la extinción de todos. Nadie sabe si el proyecto se mantendrá, pero es lo único que puede proteger al continente de sus tentaciones suicidas».

Todos me vinieron a la memoria el pasado martes. Los ecos de estas palabras que me he permitido citar para ustedes, unidos a la evocación de dos grandes europeos: Voltaire y Glucksmann. Como un antídoto a un espectáculo profundamente tóxico que se representó en ese mismo día. El que protagonizaron en la asamblea del Parlamento Europeo en Bruselas los comentarios, tan ofensivos como injustos, que un antiguo corredor de bolsa británico, Nigel Forage, dedicó con intencionada brutalidad a los parlamentarios europeos. El señor Forage, también europarlamentario, es uno de los artífices del brexit y líder del UKIP, el Partido de la Independencia del Reino Unido. Una minúscula agrupación de eurófobos. Unas horas más tarde, una concentración de ciudadanos londinenses rodeó el Parlamento de Westminster. Entonaron un nuevo mantra: ¡EU, EU, EU! Quizás también necesitaban un antídoto.