Iglesias, asustado, por Diego Mas Mas

Vuelto a su familiar ambiente universitario, Pablo Iglesias ha confesado haber perdido la fe en la «hipótesis» del «asalto a los cielos». Declara que Podemos debe «normalizarse» en el Parlamento, algo quizá maravilloso o «el camino del cretinismo político». «Yo he salido asustado de estos seis meses en él». «Incluso me acojona». ¿Pensaba, acaso, ejercer el poder sin el Parlamento? «Podríamos -concluye- ganar en cuatro años, o que nos demos una hostia de proporciones bíblicas». Los más de cinco millones que hemos votado a Podemos necesitamos y exigimos, más indignados que nunca, un administrador con más confianza en sí mismo y en nosotros. Un representante más serio, que un día no se declare de extrema izquierda y otro diga que es socialdemócrata; que nos llame idiotas si seguimos creyendo en la «idiotez» de que las cosas se cambian en la calle y no en las instituciones. Por supuesto, sólo los necios -como parece confesar fue él al sostenerlo antes- ignoran que se requieren ambas cosas; e Iglesias fue encima el gran desmovilizador de la calle, con una sola manifestación, más que la ley mordaza. Hoy mismo, ¿cómo cambiar desde las instituciones con un representante voluble, irrespetuoso con todos y tan acojonado como confiesa ser él? Si no con sus acciones -no tiene el poder- sus frecuentes exhibiciones oratorias nos hace más daño a Podemos que las de Rajoy al PP.