Escucho desde la cama, por la radio, los lamentos desesperados de una parte de las siete u ocho mil personas a las que Vueling ha dejado tiradas por aquí y por allí, como el que, poseído por un rencor social irrefrenable, sale a la calle con la bolsa de la basura, cuyo contenido disemina al azar. Tal es la consideración que la compañía aérea tiene de sus clientes: basura. Durante meses, ha estado vendiendo compromisos de vuelo que no podría atender. Y lo sabía. Lo sabía porque resulta imposible cometer tal cantidad de errores. Lo sabía como los directores de las sucursales bancarias sabían que estafaban a los jubilados cuando les vendían preferentes. Ahí está esa pobre pareja que en febrero planificó y cerró un viaje imposible, ahora, de llevar a cabo. Ahí está esa familia con niños pequeños que hace meses, para que les saliera más barato, compraron un viaje a la playa. Ahí están esos jóvenes que pensaban vivir la primera experiencia viajera sin la tutela de los padres. Todos diseminados como basura humana por los inhabitables pasillos de los aeropuertos.

Los escucho desde la cama no porque haya dejado de madrugar, sino porque he caído enfermo. Y bien contento que estoy con mi enfermedad, que me aparta temporalmente del mundo, de un mundo en el que nos están acostumbrado a fechorías a las que da vergüenza acostumbrarse. Entonces sale un portavoz de la empresa y dice que todo se debe a causas operativas. Hay que tener cara. Lo más probable es que el portavoz se haya reunido a primera hora con su equipo de asesores para estudiar cómo hacer frente al desastre.

-Diremos que ha sido por causas operativas.

De modo que el caradura de turno se manifiesta en la radio y dice que todo el lío se debe a causas operativas. Uno espera que la policía lo detenga en ese mismo instante, por sinvergüenza y mala persona, pero el tipo sale indemne de su fechoría, mientras los estafados, en los aeropuertos, buscan inútilmente una ventanilla de información. Necesitan saber qué va a ser de ellos. ¿Quién lo sabe? Todo depende de cómo evolucionen las causas. Nos estamos acostumbrando a todo. Es lo que pienso, feliz, desde la cama. ¿Qué por qué estoy enfermo? Por causas operativas.