Veni, vidi, vici, por Francisco Javier España Moscoso

Debo reconocer que el viaje del presidente de los EEUU a España ha dejado secuelas y no hablo de las físicas que tuvo Josep Piqué como consecuencia de otra de las visitas imperiales, que dobló tanto la cerviz que se produjo un esguince cervical, sino de la pérdida de dignidad de mis representantes políticos, que a mi pesar, fueron a Torrejón a hacer el ridículo, eso sí, a tres minutos por cabeza. El caso es que el viaje de Obama a España me recuerda en cierto modo a aquel que hiciera Alfonso XIII por Las Hurdes a comienzos del siglo XX y como entonces ocurriera con la población extremeña, me deja la sensación de ser un vasallo del imperio y no un ciudadano europeo.