Se anuncia terral para hoy. Ojalá falle la predicción. Desde niño nos tienen dicho que el terral dura tres días. Siempre dura dos. El primer día es tema de conversación. El segundo es causa de muerte. La palabra ‘tema’ es propia del terral. Con el terral se nos acartonan las neuronas y no damos con los sinónimos precisos. Es entonces cuando empleamos la palabra tema, que es una palabra baúl o comodín, o así la llaman al menos los científicos del lenguaje. Propia de perezosos, vaya. En cualquier caso, es curioso que hayamos escrito tema en un día en el que no hay terral. Debemos colegir que las vísperas de terral también afectan al cuerpo y a la mente, que entran en un estado semi letárgico. Y ya sólo pueden imaginar, o sea, barruntar, que va a hacer un calor de no te menees, si bien en algunas zonas de Málaga se le dice, con más propiedad, un calor pa cagarse.

El terral es un asunto socorrido para artículos de verano, pero también es una industria para los heladeros y los fabricantes de aire acondicionado. Que caló. Es algo muy nuestro. Tan nuestro como El Cenachero, la Alcazaba, las locas, los boquerones, el Cartojal o Pedregalejo. To perita.

No todas las ciudades tienen un viento. Basta poner en Google ciudades y vientos y se entera uno. Y ya tienes ahí para un párrafo de erudición posmoderna sobre la tramontana, el siroco, el bora en el Adriático o los ventarrones del Estrecho de Gibraltar, a los que son tan adictos algunos jovenzuelos musculados que desafían a las olas en aerodinámicas tablas de ligero material. Claro que si bien se mira, el viento terral tampoco es nuestro. Es más bien un viento que viene de lejos (ojito que con esto de la procedencia hay discusiones incluso de despellejarse en las redes sociales) y luego se posa en nosotros para cocernos el escroto, el que tenga, cuartearnos el gaznate, hacernos sudar, encresparnos el ánimo, malhumorarnos e inclusive predisponernos a crímenes.

Pero crímenes graves, no esos crímenes consistentes en pegar un moco en algún sitio o robar un yogur o pasar cuatro pueblos de recoger a tu hijo del colegio. No. Crimen, crimen en condiciones, como matar al que habla muy alto, al del escape libre al que llama a la hora de la siesta o al encargado cenutrio y mansurrón que le hace caso a un majara que protesta porque el aire acondicionado está muy alto. No, hombre, no. Lo que está alta es la tolerancia, y más en día de terral, en el que nadie debería estar obligado a salir a la calle y donde al nota que va por el sol con chaqueta habría que imponerle un correctivo o hacerle cambiar de trabajo. Hoy, terral. A tomar viento todo el mundo.