El odio siempre encuentra sus cauces... Fue en la persona de Franz von Papen, un oportunista y nebuloso político conservador alemán, en el que encontraron los nazis (entonces la segunda fuerza política del Reichstag) la puerta que los llevaría al poder absoluto. El 1 de junio de 1932 el mariscal Paul von Hindenburg, presidente de la República, nombró a von Papen canciller del Reich. El nuevo canciller traicionó a la joven democracia alemana, a sus compatriotas, a la Iglesia Católica a la que pertenecía y los valores morales que sus antepasados siempre habían defendido. La traición de von Papen cruzó la línea de no retorno cuando entregó unos meses después el poder a Hitler y a una minoría de fanáticos nazis incrustados en su propio gobierno. Estaban tanto von Papen como muchos de los suyos convencidos de haber encontrado en el flamante canciller del Reich, Adolf Hitler, una dócil herramienta. Desde luego, perfecta para aplastar a las izquierdas. Fue el 30 de enero de 1933. Una de las fechas malditas de la historia de la humanidad.

Decía Napoleón en sus «Máximas» que en la cabeza del fanático no existe ni un solo resquicio por el que pueda entrar la razón. Lo seguimos viendo en los recientes atentados terroristas y sus salvajes liturgias del odio en estado puro. En otro orden de cosas y ya en galaxias menos temibles, es evidente que los políticos conservadores británicos que han hecho posible el desastre del Brexit lo sabían perfectamente: las mentiras que utilizaron en la campaña electoral para sacar al Reino Unido de la UE serían pronto descubiertas. Por eso los líderes más destacados del Brexit (Nigel Farage, Andrea Leadsom y Boris Johnson entre otros) dimitieron después del triunfo del referéndum. Son más inteligentes que sus víctimas. Sabían perfectamente que ni una sola de las promesas electorales que utilizaron en la campaña era realizable. El daltonismo ético, tanto del anterior Primer Ministro, el prometedor político conservador y antiguo alumno de Eton y Oxford, David Cameron, como el del desastroso líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, hicieron el resto. Una modesta mayoría del electorado británico ha abierto la caja de Pandora, probablemente comparable ésta a la que podría abrir, si llegara a ganar las elecciones, el candidato de la derecha norteamericana más unidimensional, Donald J. Trump.

Por cierto, Franz von Papen visitó España en 1954. Fue después de librarse de una posible sentencia condenatoria del Tribunal Internacional de Nuremberg, por su presunta participación como cómplice de los crímenes contra la humanidad del régimen nazi. Viajó en compañía de su hija Isabella. Estuvo primero en Granada. El 10 de marzo de 1954 llegó al Hotel La Roca de Torremolinos, propiedad de la familia Bolín. En las fotos de los periódicos de la época aparece aquel vigoroso y distinguido anciano, aparentemente feliz y relajado, en la terraza de aquel majestuoso hotel con vistas a la bahía de Málaga. Lo contó muy bien hace unos años Lucas Martín, un brillante y joven periodista de esta casa, La Opinión de Málaga.