Uno de los grandes enigmas atávicos de la investigación científica ha sido y es el sueño. Este letargo es una parte integral de la existencia, una necesidad biológica la cual nos permite restablecer tanto las funciones físicas como psicológicas para lograr una plena productividad en las acciones cotidianas. Mientras dormimos pasamos por diferentes estadios o fases, sucediéndose con un patrón repetido a lo largo de cuatro a seis ciclos durante toda la noche.

Los expertos plantean que dormimos para poder estar despiertos durante el día y al satisfacer este menester nos permite la supervivencia al restablecer el equilibrio del organismo. La cuestión se plantea cuando nos preguntamos ¿cuál es la razón por la que nos despertamos? Científicos de la Universidad de Oxford, tal como publica la revista Nature, han revelado el dispositivo por el cual las personas se despiertan, pudiendo argumentar la explicación del «misterio del sueño».

En este arcano onírico hallamos a Málaga en la pugna de los sueños para su desarrollo y consolidación; hacia el efectivo despertar de la misma en una coyuntura nacional, autonómica y local harto compleja. Los malagueños anhelan ajustar el reloj homeostático de la urbe, el cual mide lo sucedido cuando se está insomne y durmiente. Es decir, quieren ver desadormecer los grandes retos aletargados que las administraciones por sus pugnas intestinas mantienen en hibernación: el metro a Atarazanas y la línea 2 hasta el Civil; la herida abierta del Guadalmedina; Limasa; la manzana Astoria-Victoria; los Baños del Carmen; torres Repsol; hotel Moneo; la movilidad en el PTA€ Parafraseando a Marc Levy, pienso: al final de este viaje nos espera otro despertar. El de muchos planes dormidos durante mucho tiempo. Despierten.