Transgénicos

Es curioso ver cómo, desde determinados sectores, se aboga por mantener y defender el «principio de precaución europeo» para velar por nuestra salud y, sin embargo, se da la espalda y se mira hacia otro lado cuando la EFSA, la máxima autoridad en el seno de la UE en materia de seguridad alimentaria, declara, una y otra vez, que no encuentran motivo alguno de riesgo en la utilización de cultivos modificados genéticamente.

No son los intereses económicos de las poderosas multinacionales y la defensa «desinteresada» de unos cuantos trasnochados, los que se enfrentan en todo lo referente al uso de los transgénicos. La realidad, es que el enfrentamiento se desarrolla entre el rigor científico y la demagogia disfrazada de solidaridad. La misma demagogia que habla de defensa del medioambiente, sin hacer mención a los grandes aportes que, en esta materia, ofrece la utilización de los cultivos modificados genéticamente como son, por ejemplo, el ahorro de agua, la optimización en el uso de fitosanitarios o la posibilidad de conseguir alimentos para una mayor parte de la población.

A diferencia de lo que ocurre con la demagogia, que no es capaz de demostrar por si misma nada, sino, simplemente, enturbiar el horizonte para crear confusión, la ciencia ha podido demostrar que los organismos modificados genéticamente representan beneficios y que, si la UE no cambia su postura, miles de productores se verán perjudicados y en inferioridad de condiciones frente a los de países terceros donde, allí sí, la xiencia triunfa frente a la demagogia.

Mientras tanto, en la UE se entorpece el cultivo de estas semillas, pero se necesita de su importación para la elaboración de piensos de animales que, posteriormente, pasan a la cadena alimentaria y que, lógicamente, nos comemos entre todos, incluidos aquellos que, con su postura contraria a todo lo relacionado con la biotecnología verde, dicen velar por nuestra salud y la seguridad del medioambiente.

Sólo los intereses políticos de determinados estados miembros de la UE y de algunos sectores muy «solidarios» están imposibilitando que miles de productores y millones de consumidores, se beneficien de los cultivos MG. Eso, no es defender el «Principio de Precaución» es, simplemente, perder una oportunidad de subir al tren de la primacía en la producción agroalimentaria y confundir y nublar a la opinión pública para distorsionar la realidad y la certeza científica.

Soledad de Juan Arechederra. Directora de la Fundación ANTAMA