Los periódicos madrileños continúan publicando encuestas de los institutos demoscópicos que erraron o mintieron sobre las últimas elecciones. La pregunta de moda se reserva a votantes del PSOE, «¿cree que su partido debe abstenerse en la investidura de Rajoy?» Aplicando los mismos métodos estadísticos por los que Ciudadanos y Podemos subían en junio, mientras que los populares bajaban, concluyen ahora que la práctica totalidad de votos de izquierda iban en realidad destinados a que el presidente del PP continuara en La Moncloa. Casualmente, esta conclusión coincide al dedillo con la orientación de los medios que contratan los sondeos. Curiosamente, no se pregunta a estos socialistas de Rajoy por qué no le votaron directamente, en lugar de escoger el tortuoso camino de apoyar a Sánchez para que éste a su vez se rindiera ante los populares.

He aguardado paciente a escribir este artículo, en la confianza de que la aplicada prensa madrileña publicaría una encuesta simétrica de la anterior. En ella se plantearía una cuestión exclusivamente a los numerosos votantes populares. En concreto, «¿estaría dispuesto usted a sacrificar a Rajoy, a cambio de que el PP siga en el Gobierno?» Por desgracia, a ningún contubernio demoscópico le ha preocupado el interrogante citado, aunque no dudamos de que también lo hubieran resuelto a entera satisfacción de quienes piensan que España solo merece ser gobernada por Rajoy.

Hablo a menudo con votantes del PP, por motivos laborales y de afinidad ideológica. Ninguno me ha defendido la continuidad de Rajoy como condición sine qua non de los pactos. Al revés, la mayoría estarían encantados de sacárselo de encima y seguir en el Gobierno, matando simbólicamente dos pájaros de un tiro. Por supuesto, se me puede recriminar que elijo la muestra de mi encuesta casera con menos rigor que un instituto demoscópico. Sin embargo, el barómetro del CIS del Gobierno ya respondía a esta cuestión candente, al otorgar al presidente en funciones la peor valoración del panorama político. Un 3,3. Es decir, el PP tampoco quiere a Rajoy. De ahí que sea tan necesario inventarse que los votantes del PSOE lo adoran.