Repetía ayer Pablo Iglesias desde la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados un mensaje que caló. Caló entre los suyos, no entre los que ven en Podemos un partido artificioso y forzado. Caló la idea de que Podemos es «la gente». Una masa informe que representa a la totalidad de España. Decía Iglesias a Rajoy que Podemos, a diferencia de los «populares», no representa a los mercados ni al IBEX 35, sino que son la representación de «la gente». Esa repetición me hizo bajar el volumen a la radio, sacar un papel y garabatear ideas sobre qué o quién es esa gente a la que se refiere Iglesias.

La gente, Pablo, es toda esa de la que tú hablaste, de esos panaderos, esos fontaneros que se ven jodidos o, directamente, no llegan a fin de mes. Claro que esa es la gente, pero es que hay más de uno de ellos que ha votado a Rajoy. Utilizar «la gente» como expresión para tomar el todo por la parte es algo tan antiguo como la política. Lo hemos leído en la política griega, en la romana, etc. Más recientemente, en el siglo XX, desde la Primera Guerra Mundial, la propaganda ha funcionado así, como Iglesias quiso mitinear ayer desde el estrado. Pablo dijo ayer que España es «la gente» y que él representa a «la gente», no a los mercados, ergo él es España. Teoría de la propaganda de párvulos.

Iglesias es un magistral orador. Ayer utilizó términos de confrontación directa con el PP y C´s con un tono meridianamente agresivo. Podemos me dio lo que quería escuchar de su partido. Nadie podía haber esperado otra cosa. Iglesias sigue sembrando en su campo abonado, sabe que su base -esos 71 escaños- es la que es y que en las terceras elecciones no perderá mucho frente a un PSOE hecho añicos. A Iglesias le convienen las terceras elecciones tanto como a Rajoy. A «la gente»... eso ya es otra historia.