La expresión "políticamente correcto" es demasiado larga, y a la vez es demasiado útil como para esquivarla. En adelante usaré poli-cor. Lo poli-cor es hoy, simplemente, la moral pública, que define el deber ser de la conducta cívico-social. Esto da idea de su necesidad. Ahora bien, en la medida en que lo poli-cor es algo que se nos impone, y que nos lo limita todo, del comportamiento a la expresión, alargando sus tentáculos incluso a la intimidad (con pocos íntimos se puede uno salir de lo poli-cor), es lógico que frente a esa imposición nazca una fuerza negativa, un odio larvado, una pasión libertaria y libertina, un rencor que nos crece por dentro. Cuánto de esa fuerza haya en los populismos está por medir (si es que se puede), pero intuyo que mucho. Por eso cada vez que un populista dice una salvajada que va contra lo poli-cor sus velas se hinchan. Constatar que es así mete miedo.