La ciudad, una vez que termina la Feria y se consuma la vuelta al tajo y al cole, queda en el mes de septiembre en un pequeño letargo cultural. Hasta que la Navidad se asoma en noviembre, Málaga está adormecida. Si durante los primeros ocho meses del año no paramos entre el final de las fiestas navideñas, el Carnaval, la Semana Santa, el Festival de Cine, el inicio del verano y la Feria, el último tercio del año está huérfano de grandes eventos. Hace años alguien me dijo que Málaga iba camino de convertirse en una gran ciudad porque casi todos los meses teníamos un evento de calado, al menos, nacional. Va quedando poco. A Málaga le queda por llenar este espacio para poder decir que no para en todo el año. Tiempo al tiempo.

Mientras tanto, esta época del año se presta a salir a conocer rincones de la ciudad. Málaga tiene más de lo que los malagueños creemos. Y lo digo sin temor de caer en tópicos. A los malagueños -debe ser por el aire del Mediterráneo o la cercanía con Marruecos- nos caló hasta los huesos el espíritu noventayochista y nadie nos gana a derrotistas. ¿Cuántos de nosotros no hemos puesto todavía un pie en el Pompidou o en la Colección del Museo Ruso? Es cuestión de salir del cascarón y ser capaces de reposar la ciudad con calma. Las salas de conciertos de la periferia, como Cochera Cabaret o París15, no dejan de ofrecer actividades culturales en las que invertir el tiempo de ocio. Málaga va camino de convertirse en esa gran ciudad cultural, y mira que aquella capitalidad cultural a muchos nos sonaba a chufla€ Tiempo al tiempo, estos meses tendrán que tener grandes eventos pero mientras llegan, disfrutemos de lo que hay.