La información decisiva, aquella en la que puede irnos la vida, se esconde a veces en un rincón oscuro del periódico. Por ejemplo, hace días, la que niega que tengamos ni los cinco segundos que se decía para coger del suelo algo que íbamos a llevarnos a la boca y se nos ha caído. La invasión de las bacterias, que si son muy cafres pueden llevarnos al hospital o al tanatorio, puede comenzar en un segundo. Así de dura se ha puesto la vida, gracias al avance de la ciencia y la existencia de periódicos. Ventajas pueden buscarse en todo, ya se sabe, no hay mejor receta que hacer virtud de la necesidad, y el juego de agacharse y recoger en menos de un segundo mejora las palancas físicas y los reflejos psíquicos, pero (y sobre todo a partir de una edad) ¿con qué riesgos, mecánicos, cardiacos y neurológicos? Quien dice, queriendo consolarnos, que al final todo acaba igual, qué razón tiene.